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La economía de Japón como ejemplo de lo que nos puede suceder

El problema de Japón es el siguiente: teniendo un consumo muy estancado y con pocos deseos de gasto más un sector inversor relativamente pequeño, su crecimiento tiene que derivar en gran parte de las exportaciones realizadas al mercado exterior. Su crecimiento se produce por  su mejor competitividad y especialización productiva que le ayuda a la hora de venderse en el exterior.
Aun así, en lo que llevamos de año 2010, casi todo el crecimiento ha derivado de estas ventas hacia  China, con lo que podemos decir que si crece es por este último, lo cual no es nada nuevo pero peligroso..




Con el consumo totalmente caído, se llega a la deflación, que aun estanca más la situación y agrava el problema de las exportaciones. Si el dinero no se mueve como debería, la base monetaria (la cantidad de dinero real que hay en una economía) no puede convertirse en la oferta monetaria (cantidad de dinero total de una economía) necesaria para potenciar el crecimiento económico y la inflación, y con la deflación, la cantidad total de dinero no hace sino aumentar su valor, lo cual hace apreciar el Yen, y dificultar sus opciones exportadoras.
La apreciación del Yen es otro de los problemas de Japón, que no ha descubierto aun ningún otro sector en el que apoyarse y por tanto sus políticas se hacen a la medida de su problema, en concreto, la medida de aumentar los prestamos a los bancos.
Con esto se quiere aumentar la oferta monetaria, y que al haber más dinero en circulación, no sólo circule más, sino que frene el proceso deflacionista, creando unas expectativas de inflación que además hagan tender al tipo de cambio a depreciarse.
Pero esto es como meterle sangre a un muerto, sino existen mecanismo adicionales, no sirve de nada. Se necesita un desfribilador. Las expectativas juegan un gran papel, pero no podemos basarnos en ellas, porque lo que hay que ver es si las empresas nacionales se lo creen y comienzan a invertir de verdad.