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La economía que viene. O encontramos nuevos tipos de empresa o perderemos esta guerra

Se habla de crear nuevas empresas para que creen nuevos puestos de trabajo, pero sobre todo ya se habla de crear nuevas industrias de nuevos sectores, no de reactivar las empresas viejas que se dirigen a mercados productivos antiguos, pues en estos será imposible la competencia y la productividad.
La productividad se mide sumando todo lo que se hace y dividiéndolo por todo lo que cuesta hacerlo. Así es imposible competir contra mercados emergentes y esto hay que asumirlo. El reto está en encontrar productos o servicios competitivos y además difícilmente copiables por las economías emergentes, que siempre tienen unos sueldos, unos costes, muy inferiores a los nuestros.
Si no somos capaces de reemplazar nuestras producciones hacia procesos diferentes a los ya perdidos, no tendremos solución y será cuestión de pocos años que vayamos perdido calidad de vida de forma imposible de parar. Eso o poner puertas al campo y obligar de una manera no abrumadora (¿?) a que los consumos internos sean de producciones internas, algo hoy impensable por muy diversos motivos. O bien saber hacer una economía de la contemplación a costa de lo que nos producen en otros países para seguir consumiendo en estos.
Lo que ya resulta imposible es seguir creando empresas de productos que son más baratos en otros mercados. Sean telas, calzado, judías verdes congeladas, coches, aceite de oliva, televisores LCD, vasos de cristal, asfalto, impresión de libros, juguetes, ventanas de aluminio o tejas envejecidas.
Es tanto lo que nos sobra como materias primas que tiramos, que nos lo compran para vendérnoslo una vez vuelto a transformar. Como el precio del transporte ya no es importante, se pueden imprimir libros en China en un perfecto castellano a un precio infinitamente más bajo que en España. Se pueden preparar grandes y hermosos catálogos desde oficinas de diseño gráficos de Colombia o Chile a un precio ridículo. Pero en cambio no podemos comprar en el mercado ternasco que no sea de Aragón o jamón de Jabugo que no sea español. La especialización es un ejemplo de solución pequeña, que hay que explorar más, como los servicios personalizados.
Mientras nos vayamos de viaje de novios o de vacaciones a Cancún en vez de a Canarias, algo nos está fallando en nuestra forma de entender la solución personal y a la vez global a nuestros problemas.