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Consejos para montar una microempresa, con reflexión y calma


A la hora de crear un negocio, partimos normalmente de tres posiciones bien distintas que cada una de ellas requiere su reflexión.

Una puede ser que partimos de una situación con problemas en el empleo. Hemos sido despedidos, tenemos algunos ahorros o una indemnización por despido y pensamos que como somos especialistas en algo, podemos emprender un negocio propio.

Otra suele ser que en una situación personal normal, tenemos una buena idea empresarial y creemos que debemos llevarla a la práctica, aportando nuestra experiencia o formación y algunos ahorros que tenemos.

La tercera puede ser que hemos recibido un negocio que ya funciona por una herencia o donación y nos planteamos que hay que seguir con el mismo.

La opción primera tiene el gran problema de que si partimos de una “necesidad” es complicado acertar bien con las decisiones. La ansiedad en los negocios no es buena medicina. 

Hay que separar pues nuestra necesidad urgente —más o menos— de nuestras posibilidades. Hay que tomar decisiones, tener iniciativa, pero no es bueno que tengamos encima una espada en el tiempo, en el tamaño de la inversión, en la necesidad de tener ingresos rápidos. 

Tenemos que asumir y conocer, que si simplemente queremos auto ocuparnos nuestro índice de fracaso es mayor que si queremos crear una microempresa

Por mucho que nos parezca lo mismo, las decisiones y la manera de pensar ante una actividad nueva es bien distinta, si dentro de nosotros tenemos como meta crear un empleo para nosotros o crear una empresa con un futuro abierto. 

Un autoempleo en una actividad que si además ya viene de crisis anteriores, suele tener una vida estimada de unos dos años.

En la segunda posibilidad, que parece la más correcta, hay que pensar que tendremos que dedicar al nuevo negocio un tiempo que tendremos que “robar” de alguna otra actividad. 

Si somos sinceros con nosotros mismos y capaces de encontrar esos tiempos, maravilloso. 

Hay que hacer un plan de empresa, contar con asesoramiento exterior para detectar problemas que nosotros no veremos con tanta facilidad, y poner por escrito estas primeras ideas para que poco a poco se vaya madurando la idea emprendedora. 

Es fundamental tener muy claro qué queremos, con qué contamos, cómo serán los paso a seguir. Reflexionar y valorar con calma las ideas, los proyectos. Hablar con la almohada y con las personas queridas que nos rodean. 

Y contar con asesoramiento del tamaño y medida en que se pueda.

La tercera suposición es la peor, pues muchas veces no se tiene formación para llevar un negocio que nos cae del cielo. Si es una empresa familiar en la que ya hemos estado implicados pues muy bien, pero si es una iniciativa que nos viene “de rebote” tendremos que confiar en alguien de dentro, y elegir muy bien a esta persona que nos asesorará y formará.

¿Por dónde empezamos a la hora de montar una empresa? 

Por recabar información y apuntarla. Toda. No sabemos cuándo nos vendrá bien repasarla. 

Tenemos que conocer mucho mas de lo imprescindible —y bastante más a ser posible— del sector sobre el que vamos a incidir, lo más posible sobre el sector y la ubicación geográfica sobre la que vamos a comercializar el producto del negocio. 

Cómo es la competencia, cuales las leyes que inciden sobre nuestro tipo de negocio, cuál es el tipo de negocio y su futuro, qué necesitamos conocer y sobre qué ampliar conocimientos.

Hay que visitar el mayor número posible de empresas o comercios parecidos al que vas a montar. Esto es fundamental. No siempre es fácil y para ello tendremos que recurrir a pequeños trucos. 

Pero tener una idea clara de cómo están montados otros negocios iguales, a ser posible en otras ciudades distintas a la tuya es fundamental para aprender qué debes hacer y cómo. 

Veremos su tamaño, su decoración, sus inversiones y máquinas, el tipo de empleados, la forma de comercializar, el tipo de atención al cliente, las tarifas, la gestión, los horarios, su publicidad, etc. Todo lo apuntaremos para con calma estudiarlo.

Y por último hoy, calma. 

Por eso es complicado montar una empresa desde el desempleo acuciante. Calma quiere decir reflexión, análisis, consultas, maduración, tranquilidad.