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Egipto tiene que avanzar con calma y sumo cuidado en la búsqueda de la democracia

Ante la nueva situación de Egipto tras la renuncia de Mubarak a seguir gobernando surgen enseguida dos cuestiones importantes. ¿Y ahora qué y quien? Y la no menos trascendental ¿Y ahora quien sigue cayendo?
En Egipto no hay vacío de poder, lo han ocupado los militares, pero estos tienen ahora varias opciones. Una es asentarse en el poder a través de un Consejo de la Revolución
o similar. Otra es que estos militares tutelen una transición eligiendo a un nuevo líder político y civil que haga funcionar el país a través de las órdenes que emitan los militares. La última sería la más lógica y buena; que los militares cedieran su gobernanza a un líder social para que formara un Gobierno estable al menos hasta las próximas Elecciones Generales.
Pero queda otra triste posibilidad. Que los ciudadanos se sientan traicionados por unos militares que no quieren más que el orden “suyo” e imponer a sus hombres al frente de Egipto para que se haga una transición a su imagen y semejanza. Y todavía hay una posibilidad final; que los integristas musulmanes escalaran posiciones como hicieron en Irán hasta apoderarse de forma legal con los resortes del poder para desde ellos cambiar Egipto hasta unas posiciones radicales y religiosas.
Egipto no ha hecho más que comenzar en su lucha por recobrar la libertad democrática y tiene mucho trabajo por delante. La población es quien ha lidera el proceso, pero la falta de un líder claro es un gran lastre para encontrar soluciones democráticas estables.