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El holocausto de Vigalondo en Twitter es una de las mayores tontadas de la semana

El Holocausto de Vigalondo es la gran realidad de un sistema que todavía no entendemos. No disponemos de capacidad de asumir el humor, la chanza, el cinismo, la crítica incluso empleando el sarcasmo. ¿Qué nos pasa?, ¿no parecemos tan modernos que somos la leche merengada?
Yo no conozco a Vigalondo, ni sabía que existía aunque lo habré leído alguna vez por El País, es posible. No se puede conocer a todos los que escriben bien por Internet,
por eso que se haya sacado de quicio el comentario en Twitter de una persona que lleva escritos 50.000 textos, me parece de premio a la estulticia. Que El País haya caído en la trampa de dar importancia a esto, es también de cogérsela con papel de fumar.
Hay escritores de fama que han escrito que se lo han hecho con niñas de 14 años y hemos puesto el grito en el cielo. Bueno, veamos, la literatura es una mentira pactada entre el escritor y el lector. Y así creo que lo hemos entendido todos. El escritor miente y así nos entretiene si es que nos gusta y aprobamos lo que nos dice. Pero no es un notario, no es un juez, no es un testigo. Es un inventor de historias. Y si lo ha hecho muy mal y delito, pero por escribirlo en una novela o en un libro diario que sigue siendo un contrato de mentiras aceptadas no ha lugar a crucificarlo. Todavía.
Pensar que todo lo que escribimos debe servir para ser juzgados es tremendo, así no escribiríamos nadie. Yo no opino igual hoy que hace 10 años; no siempre estoy lúcido o mejor dicho, casi nunca estoy lúcido; si supiera que seré algún día juzgado por mis escritos sencillamente no escribiría; no resisten mis escritos un análisis crítico de todas mis líneas.
Vigalondo ha cometido un error, cierto, un error de una noche tonta en un medio muy dado a jugar con mensajes cortos. ¿Y? Lo malo no son los errores tontos de un momento dado, lo malo son los errores gordos y escondidos de los listos que saben taparlos y que están convencidos de que lo que para ti son errores para él son acciones para su beneficio y para la ley un delito. Yo escribo muchas veces que Dios no existe y por eso espero que Dios no me vaya a castigar en el Fin del Mundo, digo yo.