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El Plan de Empresa como herramienta fundamental a la hora de crear una empresa

Toda empresa que se precie y más todo proyecto que se vaya a iniciar, necesita tener por escrito un Plan de Empresa. Por Internet encontrará documentos ya preparados para rellenar SU Plan de Empresa simplemente rellenando respuestas, pero yo le recomiendo que se haga el suyo propio, pues será el documento al que acudirá en más de una ocasión y deberá tener respuestas a SUS dudas, no a los problemas generales
de cómo montar una empresa.
Un Plan de Empresa debe recoger de una manera ordenada, breve y sencilla de comprender para usted: la idea del proyecto que le lleva a plantearse crear una microempresa en este caso; el producto o servicio que va a ofrecer a sus futuros clientes; la comercialización y distribución o venta de su trabajo, de su producto; el organigrama de su empresa o la forma jurídica que tendrá; la situación económica de su empresa, hablando de sus inversiones, de la financiación, objetivos a un año y tres años vista y la previsión de ingresos y gastos para el primer año de vida; para concluir con lo que realmente se podría entender como Plan Económico de Empresa en donde explicaremos: qué queremos conseguir; qué queremos fabricar; qué tipo de equipo humano vamos a tener a un año y a tres años vista; qué tipo de gastos e ingresos prevemos; cómo está el mercado y la competencia en estos momentos; un DAFO sobre el proyecto de empresa aunque sea sencillo; y unas previsiones de crecimiento o de facturación a seis meses, un año, tres y cinco años.

El Plan de Empresa se confecciona antes de poner en marcha el proyecto pero su vida se alarga durante esos cinco años que antes hemos hablado a la hora de realizarlo, pues sirve para revisar objetivos, analizar dudas y problemas, ver objetivos que nos planteábamos y que bien hemos alcanzado o no hemos intentado.
Pero sobre todo sirve para saber desde el principio si nuestra idea es buena o cojea, tiene fundamento o se escapa de cualquier tipo de intento. Es el primer momento serio de analizar si nuestra idea tiene base y fundamento y seguir adelante o en cambio, dar marcha atrás.
Por poner un ejemplo sencillo. En un Plan de Empresa hay que valorar capital social inicial, facturación a seis meses vista y gastos soportados. Hay que analizar bien si a esos seis meses vista, somos capaces de encajar bien gastos previstos con ingresos estimados. Si los desfases existen hay que revisar las cuentas del Plan de Empresa y ver de donde hay que modificar, si por la parte de gastos o sobre los ingresos a través de otro tipo de comercialización. Pero hay que ser serios e incluso un poco más pesimistas que optimistas.
Como el papel todo lo soporta, el Plan de Empresa debe ser muy sincero y completo. Contra más ponga por escrito, más y mejor podrá consultar su idea inicial. Y le aseguro que no resulta agradable ver a un año vista que nos hemos equivocado en nuestro Plan de Empresa.
Hay que incidir mucho sobre nuestra capacidad financiera y sobre las posibilidades de comercializar y vender bien nuestra producción. Nuestros clientes son fundamentales y hay que saber bien cómo los vamos a conseguir y mantener, a qué precio podemos vender nuestro producto laboral y si ese precio de venta que tiene que ver con nuestros gastos, es competitivo o resulta imposible en el mercado donde va a incidir.
Tenemos que ser capaces de saber cuanto podemos producir y vender por ejemplo en un mes. Si tras el análisis sabemos que somos capaces de realizar 1000 elementos, ya tenemos un dato importante. Si nuestros costes mínimos y básicos son cada mes de 10.000 euros, ya sabemos que tenemos que vender cada elemento a un precio mínimo de 10 euros. Ahora deberemos saber a cuanto lo está vendiendo la competencia, qué precio está dispuesto a pagar el mercado.
Si es más, maravilloso.
Si es menos tenemos tres alternativas. Producir más al mes. Bajar nuestros gastos mínimos y básicos. Decidir que nuestro proyecto no puede funcionar.
Bueno tenemos una cuarta alternativa que en los últimos tiempos se utiliza por desgracia para el país mucho. Comprar la producción a terceros negociando un precio inferior al nuestro para dedicarnos simplemente a comercializarlo. Nos habremos convertidos en unos simples comercializadores y no en productores.