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Zapatero no quiere quemar Vistalegre como símbolo socialista

Tras la suspensión del acto de Vistalegre como inicio de campaña municipal del PSOE vuelven a saltar las alarmas —alarmicas más bien— sobre el futuro de Zapatero. Es posible que antes de ese 3 de abril haya comunicado a todo el mundo mundial que no se presenta en las próximas generales, lo cual es un error grave por su parte, pues le deja la patata caliente a una buena personas que saldrá a perder por todo el morro.
Pero también puede ser que los candidatos territoriales, sean posibles Presidentes o alcaldes, no estén muy de acuerdo con salir en la foto del perdedor nacional, con el que representa para el PSOE su pasivo más grande de cara a todo tipo de consultas electorales.
Sea lo que sea, lo cierto es que la campaña empieza mal y mal terminará para un PSOE acomplejado. No saben separar entre Zapatero y PSOE y eso será un gran lastre para su recuperación, pues una vez que en el 2012 —pues aquí no se adelanta ni la hora— quede un PSOE lastimado y roto, sin poder y con odios internos.
Faltan voces nuevas que digan lo que nadie se atreve a decir en público. Que marquen la hoja de ruta, el camino. Que provoquen la apertura de nuevos caminos. El silencio puede ser bueno cuando todo funciona, pero es un gran error cuando todo huele a podrido. Y hoy en el PSOE le están creciendo las malas hierbas hasta no dejarles ver al futuro. Tienen un exceso de frentes abiertos de mal cariz, con complicada solución sean gobierno u oposición, y lo que les resulta más desalentador, no están acostumbrados a estar en los banquillos del desempleo. Nadie se imagina a un nuevo líder del PSOE intentando responder a un inmóvil Presidente Rajoy que irá dosificando en sus primeros cuatro años todos los errores cometidos por Zapatero, cuando no todas las ilegalidades tipo ERE o sospechas publicadas sobre diversos frentes. Lo que el PP hará nada más entrar a gobernar será una auditoría libre o sospechosamente estudiada, para tener munición durante ocho largos años. Y mientras tanto el Presidente Rajoy esperará a ver pasar cadáveres dimitidos del PSOE por su ventana, sin tener que hacer nada que no sea nada.