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La rota vida del almacén de las aves escondidas


Rotas las tejas, la luz entraba hasta el suelo para dar vida a las hierbas malas que crecían donde antes se amontonaban las cargas de la empresa de fundición. Resultaba obligado mirar el tejado, pues la luz te llevaba hasta allí sin darte cuenta. Su juego de luces y sombras casi estremecía al entrar en soledad, pero enseguida las aves escondidas te indicaban que seguía siendo un lugar con vida. Pero diferente.