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El autoempleo para mayores de 50 años en el paro. Mucho cuidado. Algunos detalles

Hoy tenía una reunión con un parado mayor de 50 años, amigo, que se intenta replantear su futuro laboral desde el autoempleo. Buscaba como es lógico asesoramiento amigable, ayuda entre los que pueden abrirle posibilidades, planteando sobre un papel los pros y contras de una decisión complicada. Volverse auto empleador de uno mismo.

Tenía sobre la mesa dos posibilidades. Un servicio educativo y una empresa de asesoramiento. Ambas con puntos fuertes y débiles.

Todos hablamos ya del autoempleo como una posibilidad que antes no se contemplaba pero que a ciertas edades, cuando ya es muy complicado que alguien confíe en tus experiencias, debes poner sobre la mesa. Pero con sumo cuidado y con un análisis serio.

Prohibido acudir en busca de actividades de las que no se tenga suficiente experiencia y conocimiento. Al final la competencia te hunde y pierdes lo invertido. Prohibido caer en manos de “listos” o de franquicias maravillosas que requieren inversión brutal con el lamín de que la marca por sí sola ya vende.

Una cosa es tomar una decisión complicada y otra bien distinta hacerlo sin los estudios necesarios, sin los consejos de varias personas con diferentes perfiles, sin consultar bien con la almohada y quienes se depositan encima de ella. El autoempleo es una decisión muy importante y no debe primar el deseo, la ilusión, las ganas. Entre tomar una decisión equivocada y no tomar ninguna decisión, es mucho mejor lo segundo. Ya sé que lo sabemos todos, pero a veces los nervios nos nublan la vista.

La inversión que se necesita no es lo más importante. Lo importante es que seamos capaces de hacer funcionar la maquinaria de la nueva actividad, de saber vender el servicio, de ser capaz de aguantar las dudas y los problemas, y sobre todo asumir que el fracaso es posible y que después del fracaso hay que levantarse y volver a intentarlo. Moralmente hay que estar muy fuerte y muy bien acompañado. Si hay dudas desde el principio no se debe realizar el paso final. E incluso ni el primero. Jugarse los ahorros a una baza equivocada es un error que no debemos cometer a ciertas edades. O a ninguna.