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Vuelve el 15M 12M para ofrecer esperanzas o para disolverse

Ya hablamos bastante del 15M hace un año; este de 2012 es bien distinto pues diferentes son las situaciones políticas en España, en África, en Europa. Hemos cambiado de gobierno, son policías diferentes, la crisis es más dura, el desempleo ha aumentado, los temores sociales van creciendo hasta casi el miedo, los recortes son drásticos, tenemos encima unas normas laborales bien distintas y mucho peores, son menores nuestros derechos y peligra nuestra estado de convivencia y bienestar.
Pero los argumentos de los muchos jóvenes del 15M son parecidos, las intervenciones son igual de insulsas, el poder de convocatoria es muy alto pero sin substancia que lo dignifique como importante y necesario. Y lo siento enormemente, pero yo espero mucho más de vosotros. Si, desde mi sofá y mi televisor, pues desde muchas posiciones se puede lograr que los batallones funcionen bien o mal.
Ha pasado un año y seguimos sin conocer líderes nuevos, no disponemos de alternativas políticas o sociales, su larga lista de reivindicaciones no deja de aumentar sin planes de viabilidad reales ni reivindicaciones ordenadas, no vemos presiones que sirven para ofrecer alternativas que lleguen a preocupar a los gestores, es un repetir por mimetismo lo que se disolvió como azucarillo en cuanto vino el verano. Encantados de conoceros están los políticos que gestionan y los que desde la oposición miran y sonríen.
Se han celebrado dos veces elecciones en España tras el nacimiento del 15M del 2011, en ambas ha perdido el PSOE, ha ganado el PP y ligeramente han subido partidos políticos diferentes a los dos  perfectamente asentados en sus sillones. No hemos visto cambios reales sino alternancias, no parece que el poder del 15M –que lo tuvo como movimiento nuevo que producía mucho respeto— haya servido para mover conciencias sino y sí acaso, portadas de Telediarios. Para eso, en serio, no merece la pena continuar por este camino. Nos falta todavía que nos jodan un poco más, para ver si así somos capaces de darnos cuenta de lo que estamos perdiendo y que posiblemente y en las próximas décadas no volveremos a conseguir.
Queda como esperanza el trascurso de estos próximos días, queda la ilusión de que seamos capaces de ofrecer algo más que un intento de escapar del juego del ratón y el gato, de una policía mandada de otra manera que la de hace un año que jugará su papel de obedecer. Si todo queda en una pelea “de interior”, apaga y vámonos al pueblo, chatos.