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Algunos muertos no son tan buenos como se dice

Cuando alguien se muere todos nos apresuramos a decir lo bueno que era el muerto y el gran agujero que nos deja. Aunque sea mentira de las gordas. Con Margaret Thatcher nos ha pasado esto con tamaño insuperable. Los ingleses pueden opinar lo que quieran de esta Dama de Hierro, pero el resto de europeos tenemos que reconocer, aunque muerta, que era una jodida liberal antieuropea y que de haber gobernado ahora, todavía nos hubiera ido peor a los países pobres de la Europa imperfecta.

Dividió su país entre trabajadores fuertes y fuertes conservadores. Dividió Europa entre europeos y antieuropeos. Se hizo amigo de Reegan para joder un poco más a la Europa que empezaba a caminar. Nos hizo creer que el liberalismo era sinónimo de libertad, cuando se olvido de añadir a esa libertad la tremenda palabra que entonces no estaba tan de moda: "de los mercados".


Ahora ya sabemos que los mercados nada tienen que ver con los mercadillos y eso es gracias a los juegos bobos de aquellos políticos de entonces, que se adjetivaban de hierro para poder vencer al comunismo balbuceante. Lo consiguieron, vaya que sí.