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La política no tiene recambio. Otra cosa es mejorar la política

Tras asumir todos -los políticos los primeros- que la política es odiada o lo que parece lo mismo, que los políticos son odiosos, no sabemos explicarnos qué podemos emplear como recambio. No somos capaces de saber quien resolverá los problemas que hasta ahora y tras muchos siglos, solo la política es capaz de resolver. Quien piensa que todo puede funcionar solo, no se ha dado cuenta que para lograr que al abrir un grifo salga agua es necesario un político detrás, aunque joda o cueste entenderlo. No se rinda ante esta frase, pues simplemente es cierta desde los griegos.

Nos vamos dando cuenta que como sociedad sí somos capaces de cambiar los abusos actuales, las mentiras constantes, la pobreza que va en aumento mientras las grandes empresas ganan más beneficios, pues el poder real reside en los ciudadanos normales, en los que trabajas, pagan impuestos y consumen. Nos vamos dando cuenta que gran parte del silencio es administrativo, que es el propio sistema quien está en manos de los que logran desactivar las quejas y el reparto social de las razones, las justicias, los beneficios.

Julio Anguita ha tenido que volver a recordarnos que es mucho más importante para lograr los cambios necesarios una media movilización que dure 10 días que una manifestación inmensa que dure dos horas. Que el sistema se ha ido acostumbrando a relativizar los efectos de las protestas, a manejar al ciudadano, a individualizarlo, a defenderse muy bien ante la violencia de unos bobos. La fuerza del ciudadano reside en su constancia pacífica pero clara e inteligente queja, en su negativa a callarse admitir el silencio, para recordar que mientras sean ciudadanos unidos y NO ciudadano individual, la razón la tienen los que son muchos y acuden a movilizarse. 

En todas las democracias, los que se abstienen no cuentan en el voto, no son tenidos en cuenta, no eligen. Ante el pacifismo activo, ante la protesta ciudadana tampoco deben contarse los que se abstienen, los que se esconden, los que callan. Callar es una opción, sin duda, pero no lo es para sumar a favor de una posibilidad o de la otra, es solo para ser respetada pero también desde el silencio.