Páginas

El circuito Fórmula 1 de Valencia es otro ejemplo de lo que no se debe hacer

El urbanismo se debe ordenar y para ello están los gestores públicos. La tendencia (a veces solo ligera) del urbanismo si no se controla desde las administraciones es al desorden, al negocio, al abuso.
Pero cuando son precisamente los gestores públicos los que desordenar al crear, es de aplaudir en la cara como poco.
Acabo de ver en Valencia el trazado de Fórmula 1 y de recorrerme la parte abierta y algo de la zona enjaulada y cerrada que algunos han optado por romper vallas no sé bien por qué facilitando la entrada. El caso es que he recorrido lo que era un circuito urbano (casi) con unas obras absurdas queriendo imitar a Mónaco, en una zona que resulta en algunos puntos deprimentes.
Para entrar en el trazado del circuito de Fórmula 1 de Valencia he tenido que atravesar un campo de cricket en donde casi un centenar de indios o pakistaníes jugaban con brío sobre un terreno de escombros retirados. A la derecha, las vallas del circuito en mal estado, a la izquierda edificios en ruinas. Tremendo de analizar el paisaje urbano.
En una calle junto a la entrada he podido contar cuatro edificios nuevos a medio edificar que se han dejado sin terminar, tapiados desde marzo de 2012 y que lo han puesto marcado sobre el cemento para que no haya dudas.
Si se sigue el trazado por las zonas abiertas junto al puerto, se observa el desorden urbano de esta inversión, de una obra que no ayuda a entender la construcción del circuito con curvas ilógicas para la zona, edificios nuevos y de servicios salteados y hoy vacíos y cerrados, garajes desordenados cuando no edificios abandonados, dejando claro que todo se hizo para atender las exigencias de un circuito de velocidad, pero no para urbanizar una zona esencial para Valencia, y con un coste tremendo para pocos días de uso natural, primando solo para lo que fue diseñado sin valorar que el resto de semanas y años sería una zona junto al mar especialmente útil. 
Todas las comparaciones son odiosas, pero si lo hacemos con Barcelona es penosa e inexplicable. Pero las deudas hay que pagarlas.