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Guerra escenificada donde faltan los vendedores de armas

Podría ser cualquier ciudad de Irak en plena invasión americana, podría ser la imagen ampliamente reproducida del horror, de la violencia, de la sangre con las que nos atacan en la hora de la cena desde las mismas televisiones donde no se puede decir coño.

Pero es una simple escenificación del fotógrafo Éric Baudelaire, un teatro vivo del horror, son una simple colección de tópicos —falsos en muchos casos— de lo que en los hogares de la paz recibimos a la hora de comer para que pensaemos que nosotros viviemos muy bien con la paz admitida, aunque no sabemos bien con qué intención ni resultado nos muestran las mentiras con medias verdades, solo vemos lo que quieren ellos mostrarnos, los que aprueban mandar de las guerras que ellos mismos provocan. Da igual el lugar, todas son guerras manipuladas.

En esta fotografía todo es falso. Es un simple decorado; no hay sangre ni hay un pobre anciano detenido por los marines, no hay dolor ni hambre. Solo personas que cobran por su trabajo.

La primera pregunta podría ser preguntarnos sobre el papel de la fotografía en el mundo actual. La fotografía es Arte y por ello puede ser y debe ser muchas veces el resultado de un bodegón manipulado para que “salga” bonito. No todo tiene que ser verdadero para que nos motive, para que nos revuelva las tripas. 

Nos cabrea el engaño, pero si en vez de una fotografía fuera un cuadro entenderíamos que es imposible retener el instante y por ello que todo es una simple escenificación del recuerdo del artista.

Pero por otra parte nos podemos preguntar sobre si las guerras son lo que nos muestran. O si lo que nos muestran es primero lo que se puede mostrar y segundo lo que interesa mostrarnos.

No habría guerras sin armas, o casi. No habría guerras sin mercado de armas, sin ferias de armas, sin grandes comidas prostituidas donde se compran y se vender armas para matar. En las ferias de armas de guerra se explica cuantas personas son capaces de matar por minuto con cada una de ellas, cuando destroza una bala en el interior del cuerpo humano, qué capacidad de destrucción de edificios tiene una herramienta u otra, a como sale de precio matar a una persona con un arma o con otra, cuanto miedo produce sobre toda la sociedad el emplear un arma o la otra. Pero todo esto no interesa mostrarse. Vemos a los soldados y a los muertos, a los niños destrozados, pero no vemos ni a los compradores ni a los vendedores.