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La historia de una calavera religiosa que somos todos

La religión católica se ha empeñado desde casi siempre en recordarnos y además casi sin descanso ni venir a cuento, que todos nos vamos a morir. Joder, ya lo sabemos, pero tampoco es cuestión de estar amenazando.

Parece ser que ya no es cuestión de Dios el que nos tengamos que morir, y si fuera así, joroba, podría cambiar de castigo ¿no?, que es cuestión de un tal Adan que se comió una manzana. Si dios tuviera que impartir justicia en la España actual nos iban a castigar sin medida.

Pero una vez que tenemos asumida la muerte, recordárnoslo con calaveras sin carne, con narices que muestran las cuevas haciendo juego con las de los ojos, jode un poco que además nos muestren sin dientes.

Por cierto que se contradicen, pues si nos venden la Resurrección como un activo del cristiano y del que saldrás bien parado si te has confesado como dios manda, no sé, que vuelvas a la vida con esas pintas y sin dientes no mola nada. Si hay que resurgir de las cenizas, al menos que me mantengan los dientes sanos ¿no?