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Golpe de Estado Civil, para doblegar voluntades

En las historias de todos los países, siempre han tenido sus años de infamia. Sus años cobardes, o violentos, o manipulados. ESpaña en este 2016 ha tenido (previsiblemente) un Golpe de Estado Civil, algo que suena horroroso pero que los datos nos llevan a la conclusiçon de que efectivamente, algunos poderes civiles que no se someten a la voluntad de los ciudadanos, es decir no son democráticos en el sistema pues no se presentan a las elecciones, han logrado hacer medrar a los representantes de los ciudadanos, con sus amenazas.

Esas presuntas amenazas han llevado a que el tipo de gobierno esa de un color o de otro, sin tener en cuenta lo que previsiblemente deseaban los representantes de la mayoría de los españoles. Modificar el deseo de los votantes, a través del miedo, la amenaza y la extorsión, podría ser considerado como un Golpe de Estado Civil, en muchos países democráticos.

Si escuchamos los consejos de estas dos semanas sobre lo que hay que hacer con las cenizas de nuestros familiares fallecidos, el que debemos abandonar las fiesta de Halloween para abrazar una Fiesta de Santos, donde a los niños debemos disfrazarlos con imágenes de santos en vez de muertos, o si observamos la forma de jurar de Mariano Rajoy como Presidente Civil de España ante la Biblia y el Crucifijo, vemos que lo que se siembra se recoge y que el Opus bien podría haber ganado esta mano.

El resto podemos quedar asombrados, pero deberíamos empezar a lamernos las heridas y a saber aguantarnos. Abandonar la crítica política y dedicarnos a plantar patatas en un huerto urbano. Hemos sido imbéciles, y por ello estamos descalificados para resolver este tipo de problemas. Todos, desde los que quieren recorrer el santo país religioso con su coche en búsqueda de la nada, hasta los que hablamos mucho y se nos va la fuerza por la boca.

España tiene religión para unos buenos años, como en aquellos años en los que los Gobiernos de Franco se dividían o se alternaban entre los Falangistas o Tecnócratas y los del Opus. Hemos vuelto a 1960 y al menos ya no tenemos estufas de petróleo. Ahora tenemos frío.