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Nadie nos manipula. Venimos manipulados a un mundo manipulado

Cada día unos 250.000 niños nacen en este mundo, vienen a vernos en espera de una educación suficiente para hacer este mundo mejor, pues ellos son el futuro. Nosotros ya no estaremos cuando ellos lo sean. Pero muchos de ellos se morirán de hambre, otros de enfermedades selectivas con los más pobres, y la mayoría todavía hoy no tendrán acceso a una formación suficiente, excepto que nosotros, los padres y abuelos, nos pongamos a trabajar por cambiar todo esto.

Al “sistema”, eso que domina y gobierna aunque no nos lo creamos, no le interesa que esos nuevos niños aprendan más de lo que ya está establecido que aprendan. Alguien ha decidido cuántos de ellos se tienen que morir de hambre, cuántos deben ser esclavos de su ignorancia, cuántos obreros cualificados que se lleguen a creer que son libres. Ni estoy loco, ni soy un antisistema, ni busco una revolución. Es sentido común, es lógica desgraciada.

Además de lograr que cada niño de los nacidos hoy tengan sus formación a medida de lo que necesita el “sistema”, debe lograrse con ellos algo más complejo. También los educamos a medida de lo que necesita “el sistema” en solidaridad, en tolerancia, en conceptos como la justicia y la libertad.

Que ellos no se den cuenta de que son manipulados en su formación, frenados en su crecimiento como seres humanos, colocados en unos grupos sociales determinados…, es fundamental. Queremos crear adultos que sirvan a otros adultos. Esclavos modernos que nunca se sientan esclavos.

Pero estos sistemas no son perfectos.

Siempre habrá niños y niñas que se escaparán de esos sistemas ya diseñados, y lograrán la libertad que anhelan. Bien aupándose hacia otra escala social, bien pasando de lo establecido y navegando por libre. Serán los menos, los que en realidad marcan la excepción a la regla. Pero existen. Lo que no entra como posibilidad es ningún sistema violento. La violencia también forma parte “del sistema”.

¿Sabríamos contar hasta 250.000 sin aburrirnos, sin ponernos melancólicos, sin pensar que el mundo debería ser mucho mejor que lo que está programado. Si contáramos números a uno por segundo, tardaríamos 3 días en llegar a los 250.000 niños. Y ya nos estarían esperando otros 750.000 para contar.


Y a todos ellos les hemos diseñado ya un futuro a nuestra medida, a la medida del “sistema”. Increible. Sí, increíble, pero real.