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Ideas fuerza del laborismo 2017

Tras el Congreso de los laboristas británicos, han surgido las ideas de un nuevo proyecto socialista en una europa donde las fuerzas progresistas están cayendo de una en una, por su incapacidad para saber leer las jugadas que la sociedad necesita. Veamos qué nos plantean desde el laborismo británico.

Somos un partido unido y avanzando
Tenemos una militancia joven que quiere un viraje
Somos ya un gobierno a la espera de ponernos a gobernar
Su frase de entrada es: “Únete a la fiesta”
Hay que estar preparados para escenarios de juegos de guerra contra el socialismo
El laborismo somos ya la corriente mayoritaria en la sociedad
Nos están tomando en serio, y eso es muy importante
Tres medidas urgentes: Renacionalizaciones, universidad gratis y subida de impuestos a los más ricos y a las corporaciones
Más sentido común en el trabajo del gobierno
Hay que crear una maquinaria de propiedad pública que garantice un crecimiento sostenido
Hay que trabajar para la mayoría, no para unos pocos
Debemos crear un Banco Nacional de Inversiones

Debemos trabajar por los derechos de todos, por una agenda laboral contundente, y por cuidar el nivel de vida de los ciudadanos

Nacionalismo e independentismo. No son lo mismo

No es lo mismo nacionalismo que independentismo. Y esto que nunca se ha sabido ni querido explicar, es uno de los errores básicos a los que se agarran ambas partes —nacionalistas e independentistas— para tener más fuerzas en sus ideas de construcción del nuevo futuro.


 A algunos nacionalistas les interesa amagar con el independentismo, para asustar y tener más razones de presión ante sus demandas.


 A los centralistas les interesa unir independentismo y nacionalismo, para intentar demostrar que ambos son lo mismo y así quitarles a los dos sus razones.


 A los independentistas les interesa unirse de forma básica e inseparable al nacionalismo para demostrar que son muchos más de los que realmente son.


Pero además de no ser lo mismo, aunque no quiera decirlo nadie, tal vez sería bueno reconocerlo para poner en su sitio las diferentes ideologías, y dar valor a unos para quitárselo a otros. Donde crece el independentismo, decrece el nacionalismo puro. En número y en sentido social.


Estaría en la misma línea que durante algunas décadas poco democráticas, se intentó decir que era lo mismo socialismo que comunismo. No solo son diferentes, sino antagónicos en muchos casos.


Un nacionalista simplemente intenta cuidar, mimar, defender, conocer, poner autoestima y algo de asertividad en su propia sociedad, en un ejercicio básico a veces de simple supervivencia. La sociedad fuerte nunca necesitaría ser nacionalista. Excepto si lo que pretende es ser nacionalista propio para absorber a otras posibles nacionalistas mucho menores. Como un nacionalista quiere lo mejor para su sociedad, nunca aspira al separatismo pues sabe en el siglo XXI que cualquier forma de trocear un territorio o una sociedad es un seguro al empobrecimiento.


El independentista busca la independencia pura y dura, ajena incluso al nacionalismo racional. Y por diversos motivos sociales, donde todas las partes tienen responsabilidad (los que la pretenden y los que la niegan), incluso buscan la independencia admitiendo en voz suave que les puede ir peor. Y equivocándose en algo básico, y es que después de la independencia es posible que no sean ellos —los que luchan por conseguirla, los separatistas natos— los que gestionen sus consecuencias.


Todo ser humano individual necesita ser en un momento dado independiente. Y en ese ejercicio vital que surge en la adolescencia no hay paredes que le detengan. Y eso es bueno. Incluso es imprescindible y muy bueno.


Pero eso no tienen nada que ver con el ejercicio básico de todo ser humano para ponerse en valor, para exigir respeto y futuro, para crecer y ser capaz de valorar lo propio en un ejercicio de autoestima y de asertividad que le sirve para ser feliz  a la vez de para ser mejor.


Trasladado de una persona a una sociedad, estaríamos explicando de forma bruta lo que diferencia al nacionalismo del independentismo. Ser independiente es simplemente no ser dependiente. Pero eso no quiere decir que haya que enemistarse con la familia y dejar de tener trato con ellos. Una vivienda o una cueva no forma familia, no es el símbolo básico que crea sociedad. Lo es la relación, la ayuda, el apoyo, la convivencia.

Yo soy nacionalista aragonés. Pero estoy en contra del separatismo aragonés. No solo advierto que no están cerca lo uno de lo otro como ideología, sino que aviso de que a veces son antagónicos, y uno evita que tome valor el otro. Incluso diría más, si estas palabras las lee un separatista o un presunto nacionalista viejo que aspira a la independencia, verá en mí a su mayor enemigo ideológico.

Andalucía nunca debe aparecer como la enemiga de Cataluña

La Andalucía que aplaude fervorosamente a los guardias civiles que va a la guerra simbólica a Cataluña en una de las imágenes más dolorosas de este proceso que se tenía que haber parado mucho antes. Las imágenes de la guardia civil desfilando debajo de enormes banderas de España por las calles de ciudades andaluces es de un error tremendo que costará cicatrizar en Cataluña, sea al final lo que sea, lo que suceda a partir del día 2 de octubre.

La sensación de que el sur de España está contra el norte es terrible y hay que desenchufarlo con urgencia y sobre todo con inteligencia social. Cuidado con los errores, que alientan otros errores mayores.

Las tres claves para avanzar con Cataluña

En el programa Salvados de La Sexta pudimos ver ayer una calidad de estadista algo escasa en un Puigdemont nervioso, tocado y totalmente deprimido. Y con unos asesores que no supieron marcar el tipo de iluminación de la entrevista, por poner un simple y sencillo ejemplo. Creo que en el Gobierno de Cataluña hay mejores mimbres que siguen en la recámara o a medio gas. Claro que en Madrid la incapacidad también es manifiesta, sin (creo) darse cuenta ninguno que tras el día 1 suele venir el día 2. Y que esto no va de Puigdemont sino de los catalanes y Cataluña.


La tensión se va trasladando a las calles de Madrid o de Zaragoza, en un contagio que podría ser complicado de gestionar a poco que sigamos todos cometiendo errores de bulto grueso. Hoy ya se habla de detener a Puigdemont como una posibilidad. Ayer de que el propio Puigdemont declarara la independencia de Cataluña desde el balcón, como sus anteriores President en años de República. ¿No hay nadie que sepa responder con sentido común?


Europa nos mira de reojo, deseando que esto no vaya a más. De momento su obligación es estar callada, pero podría darse el caso que empezara a llamar a los despachos proponiendo algunas soluciones lógicas.


¿Existen proposiciones lógicas? Pues si. Claro que sí. Ayer mismo, en la entrevista y a una pregunta de Évole, Puigdemont deslizó alguna y sus detalles casi permanecieron envueltos en la bruma.


Estarían dispuestos a un referéndum pactado, y no sería problema ni la fecha, ni los porcentajes, ni la pregunta. Tres claves fundamentales para hacer un referéndum lógico y con sentido democrático. Voy a mojarme, pues para eso escribo.


¿Cuando? En 2022 o en 2025, dando tiempo a que todo se calmara y volviera a su cauce y a sentar algunos cambios legales básicos, tanto en la Constitución como en el Estatuto de Cataluña.


¿Con qué porcentaje? Con más del 50% de SI y que al menos representaran el 45 % del censo electoral. Se resta el porcentaje de abstención técnica del mínimo de un 50% lógico del censo.

¿Con qué pregunta? Pues olvidándose de mezclar independencia con República, y si al final logran la independencia que sean ellos, después, lo que quieran ser. 

Pero también con la opción abierta a que pudieran ser parte de la monarquía española, como sucede con 16 países que pertenecen a la Mancomunidad de Naciones donde reina Isabel II, por poner un ejemplo suave. Entre ellos Canadá o Australia, y a nadie se le rasgan las vestiduras por ello ni en Jamaica o en Nueva Zelanda, que también son de la misma Mancomunidad de postín y escaparate.

Quieres ser un poco más feliz hoy?

¿Quieres ser un poco más feliz hoy? Pues es tan sencillo como responder a esta simple pregunta que te hago.

¿Qué capricho te vas a dar hoy?

Nadie ha dicho que tenga que ser un capricho caro, imposible, complicado, inaccesible. Tú misma o mismo decides, pero quiérete un poco más.


Quieres ser un poco más feliz hoy?

¿Quieres ser un poco más feliz hoy? Pues es tan sencillo como responder a esta simple pregunta que te hago.

¿Qué capricho te vas a dar hoy?

Nadie ha dicho que tenga que ser un capricho caro, imposible, complicado, inaccesible. Tú misma o mismo.


Cataluña es muy importante. Y lo estamos jodiendo

Yo este verano y tras tomar unas cervezas en Suiza y mear en la cafetería fina, pasamos a Francia a cenar y dormir pues era más barato. No noté nada, excepto el precio. Parecían todos iguales, los suizos, los franceses e incluso los españoles.
La mayor y peor independencia que han sufrido mis sobrinos…, es cuando mis hermanos decidieron autodeterminarse libremente y divorciarse utilizando un derecho básico de nuestras leyes. No les preguntaron a mis sobrinos. Su economía se tambaleó y sufrieron todos. Lo decidieron libremente y así debe ser.

Cuando estuve hace un mes en los EEUU tuve que pedir permiso de entrada, me fotografiaron al entrar y me escanearon las huellas digitales de los 10 dedos. Pero cuando estaba en los parques paseando, en las cafeterías tomando un americano o en la universidad o biblioteca analizando datos, nadie sabía si yo era español, colombiano o irlandés. Incluso creo recordar que todos nosotros meábamos de la misma manera. Contra la pared.

Mis dos décadas de fines de semana en Cataluña siempre han sido maravillosos. Nunca me han tratado mal. He comprado, he vendido, he hecho negocios, me he divertido y nunca me he sentido desplazado. Suelo volver un par de veces al año. Me tienen atrapado. Como a Soria, de donde es mi familia paterna. Todos inmigrantes sorianos.

A mi de pequeño, los hermanos Maristas me enseñaron que en la vida hay que dialogar, y luego el profesor Julio de la escuela pública me supo explicar muy bien que hay que llevarse bien con todos, para saber respetarse y entender al diferente.

He visto pobres de verdad en las esquinas de Bélgica, en Francia, en Suiza, en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza y en EEUU. Y todos, en menos de 4 meses de tiempo y sin futuro en sus rostros. Excesivos pobres injustos sin resolver, pensé siempre.

Me cuentan lo que algunos borregos dicen en las redes, los he visto gritar en Madrid con mis ojos y envueltos en banderas azules rancias, les ha crecido el odio al catalán tanto…, que ya se les sale de las entrañas. Y yo me digo: ¿Si tanto los odias, para qué los quieres tener dentro de España? ¡déjalos que se vayan! ¿no los odias?

Yo amo al catalán como al andaluz o al extremeño. Por eso los quiero tener dentro de mi país. Pero sé que si ellos quieren irse, de donde no lograrán nunca escapar los catalanes es de estar a 200 kilómetros de distancia de mi Zaragoza. Y con eso me conformo. Es curioso que los que más odian a los catalanes, nunca hayan estado en Cataluña viviendo. No les han visto mear contra la pared. Pues:, pues sí, mean también contra la pared, como los belgas.

Nota.: La imagen parece un lío tremendo de cuerdas y de nudos. pero si te das la vuelta, si la rodeas y te acercas al mar, verás que ya no es nada complejo seguir mirando al horizonte, al futuro.

Las bayas o frutos del laurel en cosmética y sanidad


El fruto del laurel es una baya de una longitud de 10-15 mm aproximadamente, de color negro cuando está maduro y rojizo cuando está madurando, de forma ovoide, que madura a principios de otoño.​ El aceite esencial obtenido de los frutos ("mantequillaa de laurel") se usaba tradicionalmente para el tratamiento de inflamaciones osteoarticulares y pediculosis, y es un líquido espeso de color verde oscuro que enseguida se solidifica a poco que bajen las temperaturas..

De cada 600 gr de bayas o semillas, se logran unos 30 gr de aceite de laurel, que aunque es muy poco tiene muchas propiedades.

Se recogen los frutos de laurel maduros, se machacan de forma gruesa, se cubren con agua y se hierven a fuego suave durante 30 minutos. Colamos el líquido y se prensa muy bien las bayas para obtener todo su aceite. Dejamos enfriar y decantar durante 24-48 horas, y veremos que la manteca sube, y que queda flotando sobre el líquido. Con una cuchara iremos recogiendo y separando el aceite de la superficie y una pasta espesa color marrón-granate que hay justo debajo del aceite.

Retiradas las impurezas (es posible que haya que cocerlo todo para que se elimine el agua que pudiera quedar) quedará un aceite limpio y puro, con un color verde y un olor muy intenso. Guardar en un lugar seco y protegido de la luz.


El aceite esencial de Laurel tiene numerosas propiedades terapéuticas como analgésico, anestésico, antibacteriano, antimicótico, antimicrobiano, antirreumático, antiinflamatorio, diurético y sedante. Se emplea también en cosmética para la piel, en jabones como el muy reconocido jabón de Alepo, para los problemas de pieles muy sensibles, para la artritis y dolores reumáticos de las manos.

Por cierto, mucho cuidado con el laurel (Laurus nobilis, pues hay algunos árboles de la misma familia muy similares (Prunus laurocerasus), y son venenosos. En el laurel bueno, la semilla es única como en el olivo. En los otros tipos de laureles más complicados, las semillas salen en racimo.

Propinas e impuestos en New York y EEUU

A diferencia de lo que sucede en España, en New York y en todos los Estados Unidos, los impuestos locales no van incluidos en el precio que marca la etiqueta o la carta de precios y se cobran a la hora de pagar, aumentando el precio final. Si a eso le añadimos las propinas, que en algunos sectores de servicios son obligatorias —aunque parezca esto imposible— nos encontramos con unos precios finales que aumentan considerablemente el precio a pagar.

Sobre el precio marcado en la estantería o la etiqueta, en New York hay que aumentar un 0,38% de impuesto metropolitano. Más otro 4,5% de impuesto de ciudad y otro 4% de impuesto del Estado. En total un 8,88% sobre el precio que nos imaginábamos.

Las propinas son otro añadido, cuando eres atendido por una persona. No es necesario si es un supermercado o una tienda de regalos y ropa. Generalmente es obligatorio en taxi, cafeterías, restaurantes y similares. Incluso si dejas menos de las mínimas, ellos mismos te lo dicen y no te cobran hasta que dejas la cantidad requerida. Puede parecer extraño, pero es cierto, sobre todo en cafeterías y restaurantes.

Puedes dar la propina que tu creas conveniente, pero en muchos sitios tanto al presentarte la nota o factura, como al pagar con tarjeta, te dan ya tres opciones para que elijas. Un 15%, un 20% y un 25%. Sobre todo si eres turista. Y si pagas con tarjeta tienes dos opciones. Decirle que te lo aumenten sobre la nota o dejar la propina en dinero efectivo. Las propinas son un buen ejercicio para ir quitándose las monedas pequeñas que nos vayan sobrando, y que no admiten cambio bancario al llegar a nuestro país.

También es habitual que al pagar con tarjeta te presenten una pantalla con alguna opción de dar algún donativo para alguna causa solidaria. Donde además de poder entregar una cantidad que se suma a la factura final, puedes decir con toda tranquilidad que NO thank you.

Escapulario de tiempos viejos. Para qué sirven

Yo de pequeño llevé escapulario —soy tan viejo que he llevado encima de casi todo— algo que para los que son jóvenes les debe sonar a un elemento prehistórico.  

A principios de los años 60, cuando en los hogares sin televisión se rezaba el rosario con las vecinas, mientras los niños asombrados mirábamos aquellos ejercicios diarios como unos elementos aburridísimos que no entendíamos, se nos ponían escapularios al cuerpo para llevar de fijo, que eran unas estampitas de santos y vírgenes con cuerdecita para colgarlos en el cuello y llevarlos debajo de la camiseta.

Escapulario: Para llevar por encima de las escápulas, de los hombros.


Aquellos escapularios eran un coñazo pues picaban ya que los envolvían en plástico para que no se pudrieran con los sudores, cuando ni de lejos se había inventado el plastificado por aquellos años de hambre. Era una cochinada mal soportada.

Con los años los niños de entonces nos hemos enterado para qué servían aquellas estampas con textos. Si te morías con el escapulario puesto, no tenías que hacer fila en el cielo, entrabas por la puerta Vip. 

Como las tarjetas del Port Aventura que son más caras, pero en versión católica vieja. Vamos, que al llegar al Cielo te colaban por delante de los que no llevaban escapulario.

Como es lógico no todos los escapularios tenían el mismo valor milagroso, pero yo no he sabido con qué santo o virgen me acostaba. Lo veía como un elementos asqueroso pero inevitable. 

Era como el regalo gracioso de alguna amiga de mi madre o de mi tía, creyendo que así no tenía que esperar mi turno entre los ángeles. Nunca me hizo efecto, lo cual agradezco enormemente.

España 2017. Pobreza no, abandono social

Esto es España 2017; esta semana de septiembre y en plenos días donde el problema de Cataluña nos parece lo más de lo más importante. Esto sigue siendo España como lo era hace ya algunos años. Se puede decir que los indigentes han existido desde siempre, y es cierto. Lo que no lo es, es su triste abundancia, su conversión en indigentes sin futuro, sin posibilidades de reversión humana. Ya ni piden ayuda, pues no reciben nada, saturadas las calles de otros auténticos profesionales de la mendicidad, venidos de otros países.

La imagen de arriba es del Madrid de las soluciones, es la Gran Vía y es la fachada de un gran restaurante de comida rápida. Pero también ayer mismo en la propia Plaza Mayor había una fila de unas 25 personas a las 9 de la noche, esperando a que llegaran los ángeles de la comida gratuita, los voluntarios de la sopa, mientras muchas decenas de personas llenaban las mesas de todos los restaurantes de la plaza, comiendo platos caros.

Podemos seguir mirando hacia otro lado, podemos seguir pensando que lo urgente es resolver Cataluña, que la pobreza no hay que mirarla, que no nos tiene que importar pues es irresoluble.

Pero no podemos decir que somos cristianos, ni compensar con la misa de los domingos lo que como parte de la sociedad no somos capaces de resolver de verdad. Sigue y seguirá siendo España, aunque ya hayamos encontrado la urnas peligrosas.

Hetero, haz lo que ya vienes haciendo. Lo que quieras hacer

Hay frases de pared que más que positivas suenan a preocupantes, consejos tal vez algo excesivos que suena a bestias. 


El ano está preparado para ser liberalizado cada poco tiempo, con independencia de nuestra condición sexual. Y los consejos, no sé…, suenan a feo.

Si lo queremos emplear para más cometidos que el básico, pues bien, pero eso es un asunto muy privado que cada uno ya sabe qué hacer y que no admite muchas condiciones. 


Leído así de bruto, en bruto, casi a lo bruto, no sé…, resulta un poco bruto.






Soy equidistante en Cataluña. Y estoy preocupado por el futuro

En estos días mis entradas sobre Cataluña están siendo leídas por más lectores que nunca. Parece lógico, pero es tarde. Ser simples espectadores es muy poca cosa para que los problemas no se vayan complicando, sean los catalanes, los laborales o los de convivencia.

Yo estoy en medio de las dos opciones, soy de esas personas peligrosas para todos, que creemos que lo están haciendo mal los que desde Cataluña quieren revivir tiempos viejos y separarse de España sin valorar que la democracia hay que cuidarla, y los que desde España (léase Madrid) se equivocan con insistencia y se obcecan en no querer dialogar, cuando el problema es de sociedades y no de ideas simples.

Cataluña hay que vivirla, conocerla más si queremos entender y opinar. Si queremos resolver y dialogar. También lo puede hacer un gallego, andaluz y sin duda un aragonés, pero sin ser garantía de nada, se necesita mirada de futuro.

El día 1 de Octubre no se votará. Nadie sabe qué sucederá el 30 de septiembre ni a partir del 2 de octubre. Pero pasarán cosas, sensaciones, problemas, necesidades. Y todo eso al final, sólo será posible resolver con diálogo. 

Habrá que construir las personas que sean capaces de dialogar desde las dos orillas. Y habrá que conseguir que desde ellas hacia abajo, se construya la tranquilidad, la confianza y la suavidad. Algo os aseguro, tremendamente complejo.

Cuidado con agotar los tiempos en Cataluña

Vengo de observar esta tarde cómo medio centenar de ciudadanos con banderas españolas y de la Falange provocaban en la Puerta del Sol el ambiente ya caliente, mientras algunos paseantes les increpaban advirtiendo que eran culpables de un millón de muertos. Había más policías que manifestantes y casi salía a una furgoneta por bandera. Provocar con cerillas es peligroso cuando hay mucho calor.

España no está en su mejor momento, así llevamos varios años y no somos capaces de valorar los peligros con serenidad. Acabo de escuchar a Rajoy en su declaración institucional y vuelvo a preguntarme por qué no antes. Hay que hacer pedagogía social, explicación con calma de los momentos y las situaciones.

Tras la sentencia del Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Cataluña se sabía que el resultado a medio plazo iba a ser muy negativo. Recurrir ahora a la justicia como herramienta de solución es un camino que si no logra asustar, es negativo por su incapacidad real para resolver los problemas políticos.

Si la justicia fuera capaz por sí misma de resolver los problemas sociales, no habría violencias entre naciones, guerras civiles, conflictos entre sociedades. Por desgracia la justicia es incapaz de resolver o dialogar, sólo sabe aplicar las leyes que los políticos les hayan escrito. Sean las que sean, siempre variadas según momento o sociedad.

La política es la única herramienta para resolver problemas políticos. Lo demás es no saber o no querer avanzar en las soluciones. El diálogo, con los condicionantes que se decidan, es la única forma de avanzar y de forma lenta. Cuidado con apurar los tiempos.

Consejo sobre las maletas en JFK de New York

Puede parecer un consejo tonto, pero os aseguro que no lo es. Cuando viajas a New York, hasta el JFK, el control de la policía es largo, lento, hay que esperar un tiempo que se te puede hacer eterno pues hay mucha gente y la sensación es de que además de engorroso es lento. De esto hablaremos en otro momento. Ahora vamos a referirnos a las maletas del avión.


Desde donde te deja el avión en el JFK hasta el control de la policía hay un buen rato andando por pasillos, y cuando llegas a la gran sale siempre hay otro buen montón de personas esperando a pasar los controles policiales. Hay muchas indicaciones y no es posible perderse. Ni colocarse en la fila que no nos corresponde.


Pero durante todo este tiempo de espera, las maletas ya han llegado al lugar de recogida, han salido por la cinta, y se han cansado de dar vueltas. Y además como hay muchos viajes, no pueden estar mucho minutos en la cinta, pues tras tu vuelo, enseguida van metiendo maletas de otro vuelo.


Así que los trabajadores del aeropuerto utilizan un sistema que hay que conocer. En cuanto han dado dos vueltas las maletas y nadie las ha recogido, es decir, casi siempre, ellos las van retirando a un montón que colocan al final de la cinta, pero fuera de ella.


Tú, tras pasar los controles, buscas el número de tu cinta con arreglo al vuelo del que has llegado y te encuentras la cinta funcionando con maletas que no son las de tu vuelo, o la observas parada o vacía.


Simplemente observa en la zona final de la cinta, pues es muy seguro que veas un buen montón de maletas agrupadas y perfectamente puestas, esperando a que los pasajeros vayamos a recogerlas.


¿Hay seguridad para que nadie se las lleve? Pues yo creo que sí, aunque allí no haya ninguna persona. Las cámaras graban todo y allí no pueden entrar más que personas que han viajado en algún avión. Es peor la sensación de que algo no te está funcionando bien o de que tanto tiempo en los controles te han liado. Tranquilidad, que todo está organizado.

New York. MetroCard para transporte urbano

Visitar New York requiere de una planificación pues hay mucho que ver y no solemos tener muchos días para hacerlo. Así que es necesario emplear los transportes urbanos, bien sea el Metro, el taxi o el bus, para movernos lo más rápidamente por la ciudad. New York tiene grandes distancias, y aunque nuestros movimientos suelen ser en la mayoría de los casos por las zonas del sur de Central Park, desde el inicio del parque a la punta sur de la is la Manhattan tenemos 8 kilómetros en línea recta.

Personalmente creo que el Metro es la opción mejor, aunque sea un poco complicada de aprender con seguridad. Es el más barato (igual que los autobuses) pero mucho más rápido que estos, y en pocos días de New York, no estamos para perder el tiempo.

Aunque los autobuses urbanos ofrecen la ventaja de que mientras viajas vas viendo el paisaje urbano y las gentes que aparecen por las calles. No es una mala opción, si te quedan sin visitar algunos barrios que consideras importantes, que cojas el bus urbano con la MetroCard y vayas viendo sus calles desde el bus, mientras los recorres. No es lo mismo que pisarlos, pero es una alternativa.

La opción más lógica es utilizar los billetes MetroCard de una semana, qe por 31 dólares y puedes viajar durante una semana ilimitadamente tanto por Metro como por Bus Local, todos las veces que necesites. Una semana son 7 días naturales, es decir, si la empleamos por primera vez un lunes a las 7 de la tarde, te servirá hasta las 12 de la noche del domingo. El lunes por la mañana ya no funcionará.

Se compran en la misma estación subterránea de Metro, en casi todas las entradas, bien en máquinas expendedoras o en las taquillas donde por cierto no admiten tarjeta de crédito. Sí en las máquinas. También en muchas tiendas de recuerdos y regalos.

A partir de ese momento la tarjeta plastificada se pasa por las puertas de entrada, por un lector por donde metes el billete como si fuera una tarjeta de crédito, de una forma un poco rápida, a la misma velocidad a la que pasas, pues si lo hacen de forma lenta, te pitará y no te dejará entrar.

En los autobuses hay dos formas de pagar. En las paradas en donde haya máquinas de cancelación en la calle, hay que pasar la tarjeta antes de montar. Y en las paradas más antiguas que NO tienen máquinas en la calle, se cancela el viaje en el mismo bus al subir. Se puede subir y bajar por cualquier puerta del mismo.

Si se opta por el billete sencillo el precio es de 2,75 dólares si te dan el billete de cartón, o de 2,50 si te lo descuentan de tu tarjeta MetroCard pues también sirve para cargarle dinero como una tarjeta monedero e ir gastando de la misma, si crees que pagar 31 dólares por una semana no merece el costo por emplear muy poco el servicio. New York bien merece unas visitas donde se aproveche bien el tiempo y se controle lo que se camina, que siempre es mucho.

Las imprentas son las culpables. Duro con ellas

Si conseguimos desestabilizar el Referéndum de Cataluña a base de abrir los telediarios mostrando el requisamiento de las planchas de litografía de los carteles, debemos reconocer que somos raros y especiales. Desde la Transición hemos ido defendiéndonos de los Golpes de Estado a base de comportarnos como Mortadelo. El primero lo logramos a costa de mandar a un bigotes a decir ¡coño! y este del año 2017 esperamos lograrlo a costa de joder a las imprentas.

La libertad de expresión está en peligro, cuando secuestraban a Andalán o a Hermano Lobo nos poníamos en la Transición de uñas, pero ahora no sucede nada de nada. Nos parece hasta normal. Sin duda nos han comido el tarro y aceptamos pulpo como animal de compañía aunque venga lleno de sobres. Las imprentas son peligrosas. 

¡Viva las maquinas vietnamitas, otra vez!

Hacer de nuevo esas plancha de litografía que nos muestran en los telediarios como si hubieran logrado detener las armas de destrucción masiva…, pues no sé…, puede costar como 15 minutos a lo sumo. Ya casi todas las imprentas tienen filmadoras de planchas. Lo puede hacer cualquiera. Ahora mismo lo estarán haciendo otras.

Si esperamos resolver el problema catalán —que existe y es grave— a costa de registrar imprentas, nos estamos pareciendo a los años 70. Y no sé, uno esperaba algo más.

Consejos sobre el Metro de New York

New York es una ciudad fácil de visitar y recorrer andando sin perderse, excepto por sus distancias. Así que toca aprenderse bien el Metro y sus líneas más importantes y utilizadas por los turistas, ya que el Metro es más complicado que el de otras muchas ciudades. Pero una vez aprendido ya no se olvida con facilidad. O sí. Sus líneas para usarlas en Manhattan son en casi todos los casos verticales y pocas veces giran, lo que ayuda a entender sus sentidos de circulación. Y además de ser Líneas con indicación de un número, lo son con indicación de un color, lo que representa una gran ayuda adicional.

La complicación viene porque en las mismas estaciones subterráneas paran varias líneas, en algunos casos de varios colores, y a veces lo hacen en los mismos andenes. No es como por ejemplo en Madrid, donde en cada andén, una vez que ya estás esperando el convoy, sólo paran trenes de esa línea elegida y en la dirección que han decidido. Y porque el cambio de dirección de la línea (hacia el norte o hacia el sur) es más complicado que en Madrid, por poner un ejemplo.

Por eso es fundamental saber elegir bien la entrada al Metro, pues cada estación tiene varias entradas y salidas desde la calle, y muchas de ellas solo sirven para subir (up) o bajar (down) por la ciudad. Es fundamental pues, saber en qué punto de la ciudad te encuentras y hacia donde quieres ir, si hacia arriba o hacia abajo.

Una indicación fundamental en New York es que hay que acostumbrarse a dos detalles de forma urgente y prioritaria. Que UP es siempre hacia ARRIBA y que DOWN es siempre hacia ABAJO. Normalmente las estaciones tienen nombre de número de calle o acompañando al nombre de la estación está el número de calle. Esto sí facilita mucho los movimientos. Si quieres ir hacia el norte, es decir hacia arriba en el mapa mental de la ciudad, ya sabes que la numeración irá subiendo y al contrario. Y lo podrás comprobar en cada estación que vaya parando el convoy.

Y el otro detalle a tener en cuenta es que existen trenes normales y trenes Exprés. En los planos del Metro o de la ciudad ya se indica esta circunstancia importante. Los Metro normales paran en TODAS las estaciones. Pero los Metro Exprés solo para en las estaciones EXPRÉS. Puede ser el mismo metro rojo, la misma línea 1, por poner un ejemplo, pero un tren parará en todas las estaciones y otro solo parará en las estaciones Exprés.

Esto es una ventaja grande si tu hotel está en una estación Exprés, pues podrás coger y dejar todos los trenes que circulen por ella. Pero tendrás que tenerlo en cuenta a la hora de ir a un lugar, para saber si es o no estación Exprés.

Los trenes Exprés van mucho más rápido que los normales pues paran mucho menos. No tanto entre estaciones del centro de manhattan como cuando te desplazas por los barrios.

En los mapas las estaciones Exprés vienen indicadas o bien con una cruz o bien en blanco. Mientras que las estaciones normales o están dibujadas sin la cruz o en negro. Por ejemplo Línea 1, Roja, un tren Exprés parará en las calles 14, 23, 28 y 34 Pennsylvania. Pero si es un tren Exprés solo parará en las estaciones de las calles 14 y 34 Pennsylvania.

Para huir sí se ponen de acuerdo. Empresas en Cataluña

En la vida, sea en Cataluña o en tu empresa, en tu familia o en tu actitud social que te rodee, mirar hacia otro lado no es la solución. Podemos hacer como estos patos, ocho elementos de los cuales el 50% se esconden sobre ellos mismos, y los otros cuatro miran cada uno en una dirección diferente.
Rodeados de barro, incluso dentro del charco, embarradas sus patas, pero ajenos a ser equipo.
Las personas no somos patos, creemos, y si queremos encontrar soluciones debemos empezar a trabajar más unidos en objetivos comunes. Todo lo que no sea eso nos convierte en individuos metidos en el barro, sin ningún objetivo en común.
Pero eso si, si en el momento de la fotografía yo hubiera dado un aplauso fuerte, un golpe ruidos, todos hubieran huído en la misma dirección. Curioso que para huir sí se pongan de acuerdo.