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Yo no serviría para ser médico. No puedo dar malas noticias.


Me adentro en una próxima semana repleta de médicos, de visitas nada agradables para mis nervios vacilones, de encuentros poco generosos pues son de los de ansia, si no salen bien los asuntos que me esperan. 

No, no espero noticias malas, si acaso buenas o simplemente nadas. Las nadas tampoco son noticias malas. 

Los médicos dan libertad o la quitan. Es su trabajo y no pueden hacer nada para aparentar ser mejores, simplemente son profesionales de la duda, del dolor, del reparto del bien y del mal. 

Son los primeros espectadores de las incertidumbres y de los temores, de los miedos o de los engaños, de las respuestas malas pero también de las buenas.

Yo no podría ser médico, me gusta escuchar a la gente, pero yo me hago mi opinión y los médicos no deben tener opinión, solo diagnóstico.

¿O sí pueden tener opinión? ¿y si se equivocan en su sentencia al no ser un diagnóstico claro, y lo matizan con su opinión? 

No, yo no serviría para dar noticias malas.