El otro día leía que tras estar en el wc comportándonos como un animal racional…, hay que lavarse las manos con jabón, que lavarse con agua es simplemente mojarse las manos. Parece obvio pero la mayoría de españoles tan solo se mojan las manos. Y a veces ni eso. Así que las cosas nos van como nos van. Ni para estar sanos y limpios somos capaces de hacernos casos entre nosotros.
Uno escucha declaraciones de personas elegidas por “todos o por algunos” y se asombra. Casi nunca son mujeres. Deberíamos probar aunque fuera por egoísmo. ¿Y si las mujeres fueran capaces de resolver lo que nos parece imposible?
El número de tontos es inversamente proporcional al de soluciones. Escucho que uno dice que quiere hablar con el otro, y el otro dice que sí. ¿Pero de qué?
Hablar siempre es positivo, excepto que sirva para cerrar puertas. Una cosa es hablar, dialogar, y otra soltar el sermón. Una cosa es decir que sí amén jesús a todo y al quedarse solo hacer la peineta…, y otra bien distinta coger un poquito de lo hablado e intentar ponerlo en funcionamiento.
Nací en plena posguerra del hambre. De las colas del petróleo para calentar y las ayudas de los americanos. Estamos teniendo —los de mi edad— la suerte de ver lo que ninguna generación ha visto en su vida. Y lo que nos queda. No de años, sino por ver.
No queremos enterarnos de nada. Así somos más libres
Empezamos a no darnos cuenta de lo que nos sucede. Es otra fase muy simpática de la intervención mental, de la manipulación social.
Ya no estamos cabreados, pues además de jodernos han aprendido a no producirnos excesivo dolor. Es una fase muy inteligente y a la que hay que aplaudir.
La siguiente y en la que ya casi estamos, es agradecer el que nos vayan jodiendo.
España está en una situación de debilidad muy cercana a la que tenía en los años 70.
España está en una situación de debilidad muy cercana a la que tenía en los años 70.
No es respetada en Europa, tenemos unos políticos que están en su fase de caída sin retorno y sin recambio, una economía que tan solo se mueve afectada (casi siempre negativamente) por las coyunturas externas a nuestras decisiones, unos medios de comunicación más atentos a su viabilidad económica que a su trabajo de calidad, una justicia en entredicho, y unos problemas territoriales entre graves y muy graves.
Todavía no estamos en los años 30, pero nos acercamos. La diferencia entre los años 70 y los años 30 es que los políticos viejos y nuevos de cada época eran muy diferentes.
Todavía no estamos en los años 30, pero nos acercamos. La diferencia entre los años 70 y los años 30 es que los políticos viejos y nuevos de cada época eran muy diferentes.
En los años 30 se alentaba la violencia desde la mayoría de los bocachanclas que no sabían leer libros de historia.
En los años 70 se sabía que el bebé era muy débil y que había que cuidarlo y no darle muchos meneos.
En estos años 10 y 20 del nuevo siglo XXI estamos en los 70, pero a veces demostrándonos que lo que queremos son los años 30.
En estos años 10 y 20 del nuevo siglo XXI estamos en los 70, pero a veces demostrándonos que lo que queremos son los años 30.
Las incapacidades son manifiestas, incluso hasta para dimitir o para facilitar los cambios.
El duelo fratricida en Cataluña está tranquilamente metido en la dialéctica, y mientras no se salga de allí no irá a más.
La dignidad laboral no existe y con ella hemos perdido el futuro de la generación joven que no puede emanciparse.
Esto es grave pero no ahora sino dentro de dos décadas, cuando deberían ser adultos, con familias completas y una profesionalidad productiva a la altura de nuestros vecinos.
España no tiene quien le quiera, pues hasta los de las banderas en los balcones no saben pasar de allí, de colgar trapos en contra de los catalanes, pero no a favor de España. No necesitamos trapos comprados en los chinos, sino trabajo serio por la España del futuro.
España no tiene quien le quiera, pues hasta los de las banderas en los balcones no saben pasar de allí, de colgar trapos en contra de los catalanes, pero no a favor de España. No necesitamos trapos comprados en los chinos, sino trabajo serio por la España del futuro.
Nota.: La viñeta es de El Roto, publicada en El País
No queremos enterarnos. Así somos más libres
Empezamos a no darnos cuenta de lo que nos sucede. Es otra fase muy simpática de la intervención mental, de la manipulación social. Ya no estamos cabreados, pues además de jodernos han aprendido a que no sintamos dolor. Es una fase muy inteligente y a la que hay que aplaudir. La siguiente y en la que ya casi estamos, es agradecer el que nos vayan jodiendo.
España está en una situación de debilidad muy cercana a la que tenía en los años 70. No es respetada en Europa, tenemos unos políticos que están en su fase de caída sin retorno y sin recambio, una economía que tan solo se mueve afectada por las coyunturas externas a nuestras decisiones, unos medios de comunicación más atentos a su viabilidad económica que a su trabajo de calidad, una justicia en entredicho, y unos problemas territoriales entre graves y muy graves.
Todavía no estamos en los años 30, pero nos acercamos. La diferencia entre los años 70 y los años 30 es que los políticos viejos y nuevos de cada época eran muy diferentes. En los años 30 se alentaba la violencia desde la mayoría de los bocachanclas que no sabían leer libros de historia. En los años 70 se sabía que el bebé era muy débil y que había que cuidarlo y no darle muchos meneos.
En estos años 10 del nuevo siglo estamos en los 70, pero a veces demostrándonos que lo que queremos son los años 30. Las incapacidades son manifiestas, incluso hasta para dimitir o para facilitar los cambios. El duelo fratricida en Cataluña está tranquilamente metido en la dialéctica, y mientras no se salga de allí no irá a más. La dignidad laboral no existe y con ella hemos perdido el futuro de la generación joven que no puede emanciparse. Esto es grave pero no ahora sino dentro de dos décadas, cuando deberían ser adultos, con familias completas y una profesionalidad productiva a la altura de nuestros vecinos.
España no tiene quien le quiera, pues hasta los de las banderas en los balcones no saben pasar de allí, de colgar trapos en contra de los catalanes, pero no a favor de España. No necesitamos trapos comprados en los chinos, sino trabajo serio por la España del futuro.
España está en una situación de debilidad muy cercana a la que tenía en los años 70. No es respetada en Europa, tenemos unos políticos que están en su fase de caída sin retorno y sin recambio, una economía que tan solo se mueve afectada por las coyunturas externas a nuestras decisiones, unos medios de comunicación más atentos a su viabilidad económica que a su trabajo de calidad, una justicia en entredicho, y unos problemas territoriales entre graves y muy graves.
Todavía no estamos en los años 30, pero nos acercamos. La diferencia entre los años 70 y los años 30 es que los políticos viejos y nuevos de cada época eran muy diferentes. En los años 30 se alentaba la violencia desde la mayoría de los bocachanclas que no sabían leer libros de historia. En los años 70 se sabía que el bebé era muy débil y que había que cuidarlo y no darle muchos meneos.
En estos años 10 del nuevo siglo estamos en los 70, pero a veces demostrándonos que lo que queremos son los años 30. Las incapacidades son manifiestas, incluso hasta para dimitir o para facilitar los cambios. El duelo fratricida en Cataluña está tranquilamente metido en la dialéctica, y mientras no se salga de allí no irá a más. La dignidad laboral no existe y con ella hemos perdido el futuro de la generación joven que no puede emanciparse. Esto es grave pero no ahora sino dentro de dos décadas, cuando deberían ser adultos, con familias completas y una profesionalidad productiva a la altura de nuestros vecinos.
España no tiene quien le quiera, pues hasta los de las banderas en los balcones no saben pasar de allí, de colgar trapos en contra de los catalanes, pero no a favor de España. No necesitamos trapos comprados en los chinos, sino trabajo serio por la España del futuro.
Nota.: La viñeta es de El Roto, publicada en El País
Nos afectan los problemas que creemos, o los que nos dicen que creamos?
El CIS último (los anteriores más o menos también) ofrecen algunos datos que debemos analizar con calma si los desglosamos por edades. Veamos algunos de ellos.
Los problemas de corrupción junto a los políticos y la política, son señalados en general como muy importante (sumados ambos item) y en unos números altos. Dan como el mayor de los problemas de España en un 38,4% de los jóvenes hasta los 24 años, y una puntuación negativa de 21,8% los mayores de 65 años. Gran diferencia. Que se mantiene si sumamos el primer, segundo y tercer problema, sumando los jóvenes un 70,2% y los mayores de 65 años un 49,1%. Sigue existiendo la diferencia.
¿Pero cómo le afectan a usted? Pues aquí la respuesta cambia. Los jóvenes pasan del 70,2% en afectación en general, al 10,8% en afectación personal. Tremendo cambio. Sienten que los políticos en general son un grave problema, pero admiten que a ellos esto no les afecta. En cambio a los mayores este cambio entre general y personal les afecta con mucha menos diferencia. Pasan del 49,1% que lo sienten de forma global a un 18,5% de forma persona. Baja mucho, pero de forma totalmente distinta a como lo perciben los jóvenes.
Sentimos algunos problemas como ciertos, aunque no nos afecten, y nos dejamos llevar por la sensación de que lo son, sin estar seguro de ello, o al menos sin haberlos visto de cerca.
Los problemas de corrupción junto a los políticos y la política, son señalados en general como muy importante (sumados ambos item) y en unos números altos. Dan como el mayor de los problemas de España en un 38,4% de los jóvenes hasta los 24 años, y una puntuación negativa de 21,8% los mayores de 65 años. Gran diferencia. Que se mantiene si sumamos el primer, segundo y tercer problema, sumando los jóvenes un 70,2% y los mayores de 65 años un 49,1%. Sigue existiendo la diferencia.
¿Pero cómo le afectan a usted? Pues aquí la respuesta cambia. Los jóvenes pasan del 70,2% en afectación en general, al 10,8% en afectación personal. Tremendo cambio. Sienten que los políticos en general son un grave problema, pero admiten que a ellos esto no les afecta. En cambio a los mayores este cambio entre general y personal les afecta con mucha menos diferencia. Pasan del 49,1% que lo sienten de forma global a un 18,5% de forma persona. Baja mucho, pero de forma totalmente distinta a como lo perciben los jóvenes.
Sentimos algunos problemas como ciertos, aunque no nos afecten, y nos dejamos llevar por la sensación de que lo son, sin estar seguro de ello, o al menos sin haberlos visto de cerca.
Sirve para algo leerse el CIS? ¿Qué es el CIS? ¿Un planeta nuevo?
El CIS de ayer tuvo que pasar por la cocina varias veces hasta encontrarle el gusto y el sabor que se quería. No resultó fácil. Como el voto directo daba a C’s unos 4 puntos más que al PP, y como el voto directo más simpatía insistía en darle a C’s otros 4,3 puntos por encima que al PP, se optó por buscar donde los votantes anteriores del PP estaban mintiendo y se encontró el dato de que muchos de ellos no quieren recordar que en su momento votaron al PP. ¿Les daba asco recordar lo que hicieron?
Con esos ingredientes al final el PP logró auparse a la primera estimación del CIS de abril 2018 con un 1,6% por encima de Ciudadanos. Todos contentos. El PSOE y no sin razón, dice que hay un triple empate. Pero claro, pobre pena es que en ese triple empate haya dos partidos de derechas y uno de izquierdas.
Damos la sensación de que España va muy bien para los trabajadores, o que los trabajadores ya no son de izquierdas, que cualquiera de las dos cosas pueden pasar, siendo ambas falsas aunque no lo sepan los protagonistas.
Los sondeos no sirven de nada. Votar, en muchas ocasiones tampoco. Pero al menos nos vamos creyendo que esta pérdida de democracia no es tal, y que estamos mejor que nunca. Los datos del CIS que no son de voto…, son terribles para España. La sensación que damos es triste y peligrosa. Pero casi nadie lee el CIS y los problemas que nos apuntan sus barómetros. Mucho mejor así.
Con esos ingredientes al final el PP logró auparse a la primera estimación del CIS de abril 2018 con un 1,6% por encima de Ciudadanos. Todos contentos. El PSOE y no sin razón, dice que hay un triple empate. Pero claro, pobre pena es que en ese triple empate haya dos partidos de derechas y uno de izquierdas.
Damos la sensación de que España va muy bien para los trabajadores, o que los trabajadores ya no son de izquierdas, que cualquiera de las dos cosas pueden pasar, siendo ambas falsas aunque no lo sepan los protagonistas.
Los sondeos no sirven de nada. Votar, en muchas ocasiones tampoco. Pero al menos nos vamos creyendo que esta pérdida de democracia no es tal, y que estamos mejor que nunca. Los datos del CIS que no son de voto…, son terribles para España. La sensación que damos es triste y peligrosa. Pero casi nadie lee el CIS y los problemas que nos apuntan sus barómetros. Mucho mejor así.
Si todo se mueve y tú te quedas quieto, quedas un poco desplazado
Hemos perdido peso en Europa, no tenemos dirigentes políticos válidos, no hay estabilidad política desde hace unos años, la izquierda está dividida en el mejor de los casos, la podredumbre y el caso junto a la corrupción de la derecha es lamentable, se han perdido respeto a valores que son la columna de cualquier sistema democrático como la justicia.
Cataluña es un caso especial pues no estamos sabiendo resolver el que es un problema social que se está pudriendo cada día. Alguien está jugando contra España y España no se está enterando, jugando a sacar banderas a los balcones y a ponerse en el lado del ninguneo.
El inmovilismo como sistema político es un grave error. Todo se mueve, europa se mueve, nuestra economía y nuestros derechos laborales. Mantenerse quieto desde la política, desde todas las ópticas es un grave error, pues demuestra una falta de inteligencia política que vamos a pagar en las próximas décadas.
Si todo se mueve y tú te quedas quieto, quedas desplazado.
Si todo se mueve y tú te quedas quieto, quedas desplazado
Parece imposible que en estos tiempos de crisis social y de conceptos sociales en declive, no seamos capaces de emplear el razonamiento o el sentido común, como una herramienta lógica y muy sencilla. Nunca desde 1975 hemos tenido una situación tan delicada en España.
Hemos perdido peso en Europa, no tenemos dirigentes políticos válidos, no hay estabilidad política desde hace unos años, la izquierda está dividida en el mejor de los casos, la podredumbre y el caso junto a la corrupción de la derecha es lamentable, se han perdido respeto a valores que son la columna de cualquier sistema democrático como la justicia.
Cataluña es un caso especial pues no estamos sabiendo resolver el que es un problema social que se está pudriendo cada día. Alguien está jugando contra España y España no se está enterando, jugando a sacar banderas a los balcones y a ponerse en el lado del ninguneo.
El inmovilismo como sistema político es un grave error. Todo se mueve, europa se mueve, nuestra economía y nuestros derechos laborales. Mantenerse quieto desde la política, desde todas las ópticas es un grave error, pues demuestra una falta de inteligencia política que vamos a pagar en las próximas décadas.
Si todo se mueve y tú te quedas quieto, quedas desplazado.
Hemos perdido peso en Europa, no tenemos dirigentes políticos válidos, no hay estabilidad política desde hace unos años, la izquierda está dividida en el mejor de los casos, la podredumbre y el caso junto a la corrupción de la derecha es lamentable, se han perdido respeto a valores que son la columna de cualquier sistema democrático como la justicia.
Cataluña es un caso especial pues no estamos sabiendo resolver el que es un problema social que se está pudriendo cada día. Alguien está jugando contra España y España no se está enterando, jugando a sacar banderas a los balcones y a ponerse en el lado del ninguneo.
El inmovilismo como sistema político es un grave error. Todo se mueve, europa se mueve, nuestra economía y nuestros derechos laborales. Mantenerse quieto desde la política, desde todas las ópticas es un grave error, pues demuestra una falta de inteligencia política que vamos a pagar en las próximas décadas.
Si todo se mueve y tú te quedas quieto, quedas desplazado.
Vivimos en el vacío de unos tiempos vacíos
Uno con los años se va dando cuenta de que cada vez sabe menos cosas. Admitimos también que es tanto lo que nos queda por leer que llegamos a dudar si merece la pena seguir intentándolo, seguir leyendo, pues siempre se quedarán más cosas sin saber que las que creemos haber aprendido. Incluso algunos de nosotros entramos en esa fase deprimente de la duda existencial, de preguntarnos si realmente merece algo la pena de lo que hemos hecho, o de lo que nos queda por hacer.
Efectivamente las respuestas siempre son negativas. pero las diferencias de quien supera esa fase es que sabiendo que nada sirve para casi nada, admitimos también que eso no importa, que el camino es lo único válido y que hay que seguir recorriéndolo con alegría y disimulo. Como si no nos estuviéramos enterando de que todo es falso y de poca enjundia.
En estos tiempos líquidos, nada perdura. Y es tanta la sobreexposición a todo, que nos resulta casi imposible separar el polvo de la paja. Y lo digo así de raro. Pues nunca hay chicha dentro. O es polvo o es paja. ¿Hay algo aprovechable en esos periodos de la existencia humana que pasan sin pena ni gloria?
El Renacimiento fue el descubrimiento del Arte antiguo. Pero en realidad fue la constatación de que lo que se estaba haciendo antes no valía para nada. Se volvió hacia atrás, no desde la evolución, sino desde la revolución del retroceso. La Edad Media les parecía floja, pedregosa, aburrida, insulsa y llena de guerreros con cascos. Y decidieron olvidarla. Que es lo que harán nuestros nietos con todo esto que hoy vivimos.
Efectivamente las respuestas siempre son negativas. pero las diferencias de quien supera esa fase es que sabiendo que nada sirve para casi nada, admitimos también que eso no importa, que el camino es lo único válido y que hay que seguir recorriéndolo con alegría y disimulo. Como si no nos estuviéramos enterando de que todo es falso y de poca enjundia.
En estos tiempos líquidos, nada perdura. Y es tanta la sobreexposición a todo, que nos resulta casi imposible separar el polvo de la paja. Y lo digo así de raro. Pues nunca hay chicha dentro. O es polvo o es paja. ¿Hay algo aprovechable en esos periodos de la existencia humana que pasan sin pena ni gloria?
El Renacimiento fue el descubrimiento del Arte antiguo. Pero en realidad fue la constatación de que lo que se estaba haciendo antes no valía para nada. Se volvió hacia atrás, no desde la evolución, sino desde la revolución del retroceso. La Edad Media les parecía floja, pedregosa, aburrida, insulsa y llena de guerreros con cascos. Y decidieron olvidarla. Que es lo que harán nuestros nietos con todo esto que hoy vivimos.
La horizontalidad política mal entendida
Esta semana saturada he tenido tres reuniones políticas importantes. Y han ido de menos a más importancia teórica, de menos a más integrantes, de menos a más seriedad legal. Tres platos de una misma comida.
Cuanto menos personas integrábamos la reunión (digamos que una docena) y menos esperábamos de ella, más importancia tuvieron los temas analizados, mejor se trataron los asuntos, mejores silencios y escuchas, más participación plural de todos.
Al contrario fue sucediendo según iba aumentando el número de personas y la importancia de los asuntos a tratar, que siendo los mismos en las tres ocasiones, se iban intentando convertir de teóricos a decisorios por el tipo de la reunión de trabajo.
Podríamos pensar que el número máximo de calidad para una reunión válida sería 12, y el número peor sería a partir de 80. Sigo pensando que a partir de 20 integrantes todo se convierte en una simple reunión de intercambio parcial de opiniones o en un gallinero sin dominar, depende de los casos. Aunque también se podría pensar que en según qué tipo de reuniones políticas prima excesivamente el tacticismo, y deja de tener sentido práctico el intentar encontrar soluciones válidas, pues todo parece venir ya pactado y atado.
Las organizaciones horizontales son mentirosas. Pero no se lo decimos a la cara. Nos lo aguantamos. Las verticales son peores y con eso nos conformamos. En las horizontales, el que es más alto hace sombra a los que tiene a su lado y además es capaz de ver —por ser más alto— qué hacen los de alrededor. Y eso siendo lógico, no se emplea para hacer crecer la organización, sino para hacer crecer al que ya parte de ser más alto. Es decir, que o mides 1,80 o no te enterarás de nada. Y los que peor lo pasan son los que miden 1,75 pues son capaces de ver todo y a todos, menos al que mide 1,80 que siempre queda por encima de la horizontalidad.
Cuanto menos personas integrábamos la reunión (digamos que una docena) y menos esperábamos de ella, más importancia tuvieron los temas analizados, mejor se trataron los asuntos, mejores silencios y escuchas, más participación plural de todos.
Al contrario fue sucediendo según iba aumentando el número de personas y la importancia de los asuntos a tratar, que siendo los mismos en las tres ocasiones, se iban intentando convertir de teóricos a decisorios por el tipo de la reunión de trabajo.
Podríamos pensar que el número máximo de calidad para una reunión válida sería 12, y el número peor sería a partir de 80. Sigo pensando que a partir de 20 integrantes todo se convierte en una simple reunión de intercambio parcial de opiniones o en un gallinero sin dominar, depende de los casos. Aunque también se podría pensar que en según qué tipo de reuniones políticas prima excesivamente el tacticismo, y deja de tener sentido práctico el intentar encontrar soluciones válidas, pues todo parece venir ya pactado y atado.
Las organizaciones horizontales son mentirosas. Pero no se lo decimos a la cara. Nos lo aguantamos. Las verticales son peores y con eso nos conformamos. En las horizontales, el que es más alto hace sombra a los que tiene a su lado y además es capaz de ver —por ser más alto— qué hacen los de alrededor. Y eso siendo lógico, no se emplea para hacer crecer la organización, sino para hacer crecer al que ya parte de ser más alto. Es decir, que o mides 1,80 o no te enterarás de nada. Y los que peor lo pasan son los que miden 1,75 pues son capaces de ver todo y a todos, menos al que mide 1,80 que siempre queda por encima de la horizontalidad.
ETA ha sido enterrada. Toca reflexionar
No es posible entender la Transición a la democracia en España sin admitir el papel de ETA en todo ese camino complejísimo. ETA dificultó enormemente que España pudiera avanzar más, dando razones a militares y fuerzas del orden público o a una sociedad amiga del régimen de Franco, sobre que la sociedad española era violenta, que romper España era posible, que no se podía dejar el Estado en manos de inexpertos demócratas que habían aprendido en Europa a gestionar la libertad.
ETA siempre fue un lastre, incluso en las relaciones internacionales de España en aquellos años. Lo fue en la economía y en las libertades de prensa, y sobre todo lo fue para los propios vascos que intentaban navegar desde las ventajas económicas que tenían hasta los odios sociales que sufrían entre ellos mismos.
ETA siempre fue un lastre, incluso en las relaciones internacionales de España en aquellos años. Lo fue en la economía y en las libertades de prensa, y sobre todo lo fue para los propios vascos que intentaban navegar desde las ventajas económicas que tenían hasta los odios sociales que sufrían entre ellos mismos.
Ahora ETA ha desaparecido. Desde 2011 estaba muerta aunque no escenificado su entierro. Desde 1968 han pasado 50 años sin soluciones. Pero no debemos olvidar el poso que queda, pues aunque ahora entendamos que ETA es una parte de la historia que conviene olvidar cuanto antes, es una parte importante de la sociedad vasca, ya que sus acciones influyeron a/desde la política, la iglesia, la intelectualidad vasca, la sociedad civil, las escuelas o los medios de comunicación. Debemos admitir que existió, para entender los errores de todos, y para evitar que nunca se pueda volver a situaciones parecidas.
ETA ha sido enterrada. Toca reflexionar
No es posible entender la Transición a la democracia en España sin admitir el papel de ETA en todo ese camino complejísimo. ETA dificultó enormemente que España pudiera avanzar más, dando razones a militares y fuerzas del orden público o a una sociedad amiga del régimen de Franco, sobre que la sociedad española era violenta, que romper España era posible, que no se podía dejar el Estado en manos de inexpertos demócratas que habían aprendido en Europa a gestionar la libertad.
ETA siempre fue un lastre, incluso en las relaciones internacionales de España en aquellos años. Lo fue en la economía y en las libertades de prensa, y sobre todo lo fue para los propios vascos que intentaban navegar desde las ventajas económicas que tenían hasta los odios sociales que sufrían entre ellos mismos.
ETA siempre fue un lastre, incluso en las relaciones internacionales de España en aquellos años. Lo fue en la economía y en las libertades de prensa, y sobre todo lo fue para los propios vascos que intentaban navegar desde las ventajas económicas que tenían hasta los odios sociales que sufrían entre ellos mismos.
Ahora ETA ha desaparecido. Desde 2011 estaba muerta aunque no escenificado su entierro. Desde 1968 han pasado 50 años sin soluciones. Pero no debemos olvidar el poso que queda, pues aunque ahora entendamos que ETA es una parte de la historia que conviene olvidar cuanto antes, es una parte importante de la sociedad vasca, ya que sus acciones influyeron a/desde la política, la iglesia, la intelectualidad vasca, la sociedad civil, las escuelas o los medios de comunicación. Debemos admitir que existió, para entender los errores de todos, y para evitar que nunca se pueda volver a situaciones parecidas.
Seguimos indignados. Pero domados y tranquilos
Este fin de semana miles y miles de españoles salimos a la calle para volver a pedir dignidad laboral en el 1 de Mayo. Pensiones lógicas, trabajo, reparto social, justicia económica. Y por la tarde recogimos las banderas y nos fuimos a ver el fútbol. Fin del día. ¿Para qué?
No creemos ya ni en nosotros mismos, sin duda no creemos en nuestras posibilidades, pero tampoco en nuestra capacidad para revertir lo más mínimo, no solos ni acompañados de todos. El desencanto de los años 80 es una mierda comparado con este.
Creemos en Dani Alves o en Messi. Pero no creemos ni en los sindicatos ni en los dirigentes políticos. Y no tenemos agallas para intentar asaltar el Palacio de Invierno.O de Primavera. El de Verano no, que hay que hacer vacaciones.
Si ahora los jóvenes osaran hacer otro 15M veríamos las inmensas diferencias, el cómo ha cambiado en estos años la capacidad de resiliencia del Estado, de las Leyes, del encarcelamiento preventivo. Nos íbamos a reír. Han pasado siete años y parece una eternidad. Somos mucho más viejos, incluso las leyes parecen mucho más viejas, como podo de 1970. Eso sí, con internet y móviles. Y en vez de grises hay azules. Algo sí ha cambiado desde ese año tan viejuno de 1970.
No creemos ya ni en nosotros mismos, sin duda no creemos en nuestras posibilidades, pero tampoco en nuestra capacidad para revertir lo más mínimo, no solos ni acompañados de todos. El desencanto de los años 80 es una mierda comparado con este.
Creemos en Dani Alves o en Messi. Pero no creemos ni en los sindicatos ni en los dirigentes políticos. Y no tenemos agallas para intentar asaltar el Palacio de Invierno.O de Primavera. El de Verano no, que hay que hacer vacaciones.
Si ahora los jóvenes osaran hacer otro 15M veríamos las inmensas diferencias, el cómo ha cambiado en estos años la capacidad de resiliencia del Estado, de las Leyes, del encarcelamiento preventivo. Nos íbamos a reír. Han pasado siete años y parece una eternidad. Somos mucho más viejos, incluso las leyes parecen mucho más viejas, como podo de 1970. Eso sí, con internet y móviles. Y en vez de grises hay azules. Algo sí ha cambiado desde ese año tan viejuno de 1970.
Seguimos indignados. Pero domados y tranquilos
Este fin de semana miles y miles de españoles salimos a la calle para volver a pedir dignidad laboral en el 1 de Mayo. Pensiones lógicas, trabajo, reparto social, justicia económica. Y por la tarde recogimos las banderas y nos fuimos a ver el fútbol. Fin del día. ¿Para qué?
No creemos ya ni en nosotros mismos, sin duda no creemos en nuestras posibilidades, pero tampoco en nuestra capacidad para revertir lo más mínimo, no solos ni acompañados de todos. El desencanto de los años 80 es una mierda comparado con este.
Creemos en Dani Alves o en Messi. Pero no creemos ni en los sindicatos ni en los dirigentes políticos. Y no tenemos agallas para intentar asaltar el Palacio de Invierno.O de Primavera. El de Verano no, que hay que hacer vacaciones.
Si ahora los jóvenes osaran hacer otro 15M veríamos las inmensas diferencias, el cómo ha cambiado en estos años la capacidad de resiliencia del Estado, de las Leyes, del encarcelamiento preventivo. Nos íbamos a reír. Han pasado siete años y parece una eternidad. Somos mucho más viejos, incluso las leyes parecen mucho más viejas, como podo de 1970. Eso sí, con internet y móviles. Y en vez de grises hay azules. Algo sí ha cambiado desde ese año tan viejuno de 1970.
No creemos ya ni en nosotros mismos, sin duda no creemos en nuestras posibilidades, pero tampoco en nuestra capacidad para revertir lo más mínimo, no solos ni acompañados de todos. El desencanto de los años 80 es una mierda comparado con este.
Creemos en Dani Alves o en Messi. Pero no creemos ni en los sindicatos ni en los dirigentes políticos. Y no tenemos agallas para intentar asaltar el Palacio de Invierno.O de Primavera. El de Verano no, que hay que hacer vacaciones.
Si ahora los jóvenes osaran hacer otro 15M veríamos las inmensas diferencias, el cómo ha cambiado en estos años la capacidad de resiliencia del Estado, de las Leyes, del encarcelamiento preventivo. Nos íbamos a reír. Han pasado siete años y parece una eternidad. Somos mucho más viejos, incluso las leyes parecen mucho más viejas, como podo de 1970. Eso sí, con internet y móviles. Y en vez de grises hay azules. Algo sí ha cambiado desde ese año tan viejuno de 1970.
Gaspar Llamazares y la Transición
Gaspar Llamazares escribió un artículo sobre IU y la izquierda, donde dejó unos párrafos sobre la Transición que os adjunto abajo. Es un brochazo, nada más, pero es la opinión de una persona de mi generación, que vivió o vivimos la Transición desde dentro, y que admitimos los errores pero también advertimos que es imposible opinar hoy de lo que se pudo hacer hace 40 años.
¿Qué opinarán nuestros nietos del momento actual?. Os dejo parte del texto, y aquí podéis consultar el artículo entero.
No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.
A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.
Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.
Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.
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No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.
A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.
Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.
Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.
Gaspar Llamazares y la Transición
Gaspar Llamazares escribió un artículo sobre IU y la izquierda, donde dejó unos párrafos sobre la Transición que os adjunto abajo. Es un brochazo, nada más, pero es la opinión de una persona de mi generación, que vivió o vivimos la Transición desde dentro, y que admitimos los errores pero también advertimos que es imposible opinar hoy de lo que se pudo hacer hace 40 años.
¿Qué opinarán nuestros nietos del momento actual?. Os dejo parte del texto, y aquí podéis consultar el artículo entero.
No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.
A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.
Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.
Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.
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No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.
A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.
Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.
Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.
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