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Soy propiedad de quien me lee. ¡Regálame!

Soy de quien me lee. 

Mi personaje creado para que se me lea, es propiedad de mis lectores. 

Son ellos los que dan sentido a este trabajo, lo que no quiere decir que no tenga yo la libertad de apagar, de irme, de no hacerles caso, de cerrar. 

Pero mientras esté abierto, les pertenezco. 

Así que prohibido ponerme chulo y amenazar con la libertad propia, pues queda muy feo. 

El cliente siempre tiene “su” razón.