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La ansiedad produce obesidad. Consejos para evitarla.

No es nuevo plantear la relación importante entre ansiedad y obesidad, porque las personas con complicadas necesidades sociales, con una vida que no les llena o que incluso se les vuelve en contra, terminan acabando en manos de ciertos vicios que aplacan la soledad, la incertidumbre, las pocas ganas de seguir peleando.
Y puede que la comida sea de las menos malas formas de tapar una ansiedad.
Pero aun así la obesidad nos produce problemas graves.
Desde la subida de la glucosa y por ello la ampliación de sufrir secualas graves en bastantes partes de nuestro organismo, la subida de tensión arterial, colestarol, triglicéridos, etc.
Tal vez la menos comentada es la pérdada de autoestima al vernos en el espejo mal, tras unos periodos de abundante caída en las golosas comidas.
Pero tenemos alternativas para saciar nuestros deseos, para calmar la ansiedad y que no nos llevan a la obesidad.
Tomar vinagretas es una de ellas. No tanto olivas como pepinillos, rábanos, cebolletas, ajos, pimientos, alcaparras, berenjenas, etc.
Nos aplacan el apetito y las ganas de comer entre horas, están buenos y agradables y no tienen calorías.
Tomar agua con gas es una forma de saciar los deseos por entrar a un bar, sin caer en alcohol o en bebidas gaseosas de alto contenido en azúcar. Si no se quiere agua con gas hay ahora bastantes bebidas incluso isotónicas, que no engordan. Desde la clásica agua tónica hasta las Zero.
A la hora de tomar embutidos, hay hoy una gran cantidad de ellos que llevan menos grasa. Hechos con pavo o incluso algunos con partes más magras del cerdo.
Un lacón (o jamón cocido) servido con unas gotas de aceite de oliva y pimentón picante seduce al más exigente. Una mortadela de pavo con unas gotas de vinagre dulce encantan.
Llevar un cliche en la boca sacia las ganas de picar calorías.
Dedicar algunas horas al día a escribir entretiene además de que consigue olvidar las necesidades de picotear por la nevera. Tenemos que tener las manos ocupadas además de la mente.
Y si hay dudas, el deporte funciona como un elemento maravilloso para aplacar vícios. Deporte incluso en solitario, si no se desea la compañía de alguien, aunque es mucho más recomendable apuntarse a un buen gimnasio o a la relación de unos amigos que acompañen en las caminatas, en la bicicleta o en el correr por los parques.