Antiguamente las etiquetas de licores se imprimían con técnicas realmente insospechadas hoy en día, con clichés de tipografía a bastantes más calores que los cuatro de la gama básica, con estampación en oro o plata añadida al final, con relieves de distinta profundidad que lograban dar vida y calidad al producto de la etiqueta o incluso tintas suaves añadidas (seis o siete tintas de impresión) para realizar aguadas o degradados, etc.
Si a todas estas técnicas se le añaden la dificultad de grabar estos clichés en zinc con técnicas químicas complejas y con unos ajustes muy rudimentarios para lo que hoy se conoce, es increíble que algunos resultados sean los obtenidos. Y estoy hablando de hace 40 años, no de la prehistoria.