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¿Qué es la economía del bien común o bien social?

La economía se ha ido forjando en el último siglo sobre las bases filosóficas de un sistema que llamamos capitalista, basado simplemente en que el capital, es decir el dinero, era el que marcaba el camino.

Las personas movían sus capitales en busca de más capitales. Todo se basa todavía en buscar un beneficio en forma de más dinero, y el fracaso consiste en no lograrlo o en perder el dinero que has invertido. La punta del vértice la marca el dinero, que es el que nos indica el éxito o el fracaso, el gozo o las sombras.

Pero en los últimos años está apareciendo un nuevo sistema de medida, que poco a poco va calando en algunas empresas, en muchas personas de variadas posibilidades económicas, y que consiste en cambiar el vértice del éxito, dejando el dinero de lado para que sea la satisfacción personal la que marque el éxito o el fracaso.

Con estas ideas surgen nuevas posibilidades económicas. Con variados nombres que van desde la economía social, la economía del bien común, la economía lenta, el cooperativismo, la democracia participativa en las economías, las ONG, las empresas de trabajo social, las fundaciones, el intercambio, el dinero virtual, la economía basada en valores, el comercio justo, la sostenibilidad social, las mutuas, las empresas de producción recuperadas del fracaso, los voluntariados, los sectores no lucrativos, los microcréditos, el Tercer Sector en definitiva.

 Estamos en la prehistoria de la economía social o del bien común, pero avanza a gran velocidad, impulsada incluso por Fundaciones lideradas por grandes empresarios que se han dado cuenta que el dinero no es todo, sino simplemente un vehículo más para lo importante que es sentirse útil, válido, feliz.

Imaginemos que en vez de poner en una inversión nuestros ahorros, sean pocos o muchos, solo para lograr más dineros que en sí mismos no producen satisfacción y solo sirven para comprar esos gozos, lo que obtenemos por ese dinero invertido es directamente los gozos que estamos buscando pagar con los beneficios en forma de dinero que nos da la inversión. Hemos dado un paso más, hemos avanzado, hemos cambiado dinero para comprar por aquello que queríamos comprar.

Ya no recibiremos beneficios en forma de dinero para poder comprar gozos. Podremos cambiar la economía productiva e inversora para obtener en parte gozos directamente. En multitud de formas. Y no necesariamente tenemos que dejar de tener una parte en forma de beneficios monetarios para seguir gastando.

Sin duda es necesario cambiar la forma de pensar, de entender el valor del dinero. También de entender la forma de vida, de lo que realmente nos debe importar en ese periodo que va desde que somos adultos hasta que nos tenemos que morir. Periodo corto, periodo de consumo desaforado de bienes comprados, pero en el que no damos valor a lo realmente importante que son esas cosas que creemos gratis pero que sin ellas no se puede vivir. Sol, aire, agua, paz, reconocimiento, gratitud, amor, tiempo libre, ayuda social, sentimiento de solidaridad, de utilidad, de importancia social, de colaborar con los que te rodean, de dejar un mundo mejor del que te encontraste.

Nada de esto está reñido con tener bienes materiales, sino de cambiar el orden de los valores máximos. Igual se disfruta más ayudando al entorno, que poseyendo un coche de alta gama que te lleva a los lugares igual que un coche normal. Si se quiere uno sentir importante, igual es mejor y más sencillo serlo si te sientes reconocido en tu familia, entre tu entorno, en tu propia empresa.