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Las vidas no tienen argumento

Las vidas no tienen argumento, ni la tuya ni la mía, y por eso nos lo sirven en pantallas planas o en papeles de colorines, para llenarnos la vida de argumentos, de tramas que nos entretengan. Necesitamos llenar la vida de salsa con sabor, de sustancia, de cosas que sucedan y que sean más entretenidas que los hijos que lloran o se quejan, de los abuelos que no saben ser abuelos, de los jefes hijo putas, de los maridos que huelen. Necesitamos vivir, simplemente vivir, y para eso necesitamos algo que ligue la vida, una salsa que de sentido al discurrir diario, al caminar por esta puta senda tan gris y boba. Necesitamos que de vez en cuando se nos case un Príncipe, metan en la cárcel a un famoso o sufra los cuernos, benditos cuernos, algún cantante idiota. Vemos en ellos la vida que no hemos sabido montarnos para nosotros, la felicidad y el dolor a color, vemos el argumento de sus vidas, trasportado a las nuestras. Formamos parte de las suyas para hacer más entretenidas las nuestras. Nos unimos a su dolor para tapar el nuestro. Creo que hace demasiado tiempo que no se divorcia ningún famoso. Igual una semana.