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No era un espantapájaros. Era un señor

Desfilaba solo, sin comparsa, en un lugar ampliamente vacío, sabiendo que aunque carnavales, él representaba el sol, la primavera, la luz de la noche del invierno. Me pareció serio pero estaba lleno de color. Al verme acercarme se paró y posó él solo, sin tenerle que dar más que las gracias posteriores. No era un espantapájaros. Era un señor.