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Cobrar por contenidos culturales en internet si, ¿pero a qué precio?

El Gobierno de España opina ahora, tras las palabras de Alex de la Iglesia en su discurso de los Goya, que efectivamente puede ser que internet sea el presente, pero que hay que pagar por contenidos. Sin restar un ápice de estas posiciones, hay que reconocer que los mercados se mueven por una mezcla de nuevas situaciones que modificar las normas, más el comportamiento de los consumidores o clientes y sumadas las decisiones que toman los anteriores gestores del mercado.
Los consumidores lo tienen muy claro por una dejación
de responsabilidades de los propios gestores de los mercados. No se han movido un ápice en los últimos años, con el gran cambio que se ha producido en contenidos culturales. Los consumidores se han acostumbrado a no pagar. Luego contenidos culturales de pago en internet si, pero ¿a qué precio? Ahora ya no es posible cobrar por precios parecidos a los actuales, ni en música, ni en vídeo, ni en periódicos. Recuerdo por ejemplo que El País estuvo ofreciendo sus contenidos de internet por 40 euros al año y decidió subir de forma importante este precio. ¿A cómo se conformaría ahora cobrar el año para tener muchos clientes?, ¿cuanto cobra El Mundo por Orbit y a cuanto debería cobrar para tener suficientes abonados? ¿cuanto estaría dispuesto a pagar el mercado por un cd de música presentado de una manera distinta? ¿es necesario en todos los casos la comercialización a través de tiendas físicas?
Los gestores se creen que puede seguir teniendo la misma facturación y si es posible mayor beneficio al no tener los mismos costes con la nueva situación. Y eso es un error tan grande que les está llevando a la desaparición. Las decisiones de los gestores se tenían que haber tomado hace una década. Ir de la mano de los cambios tecnológicos. Pero no se movieron de su situación asumida como buena.
Los cd de música se tenían que haber llenado de contenidos extra de distinto tipo a los puramente musicales. Sí, se podía seguir bajando de internet la música, pero no tanto una manera de vender un cd que fuera distinto al que se mantiene como fijo por los años de los años. Se podría haber intentado un producto encuadernado, unido a por ejemplos poemas, material literario, imágenes, historias, entrevistas, revalorización, etc. Por ejemplo pudiendo ser socios —a través de un número en el paquete— de alguna página web en donde se fueran añadiendo contenidos extra. ¿No es más lógico que además de los formatos normales, en los cd se incluyeran ya los formatos en MP3, realizados por profesionales de la conversión?
Las películas deben ser ya, ahora, algo más que 90 minutos de un producto terminado. A los extras que empezaban a llenar el contenido, deben ir más materiales desechados, comentarios cobre la historia o el trabajo realizado, presentaciones y entrevistas con los protagonistas, información sobre el producto e incluso cortometrajes de los autores, actores, directores, etc.
Y además y añadido a todos esto, el precio debe ser actualizado. No digo bajado en todos los casos, digo actualizado. Por ejemplo no es de recibo un precio de la entrada de cine alto en algunos casos, siempre igual para todo tipo de películas, sin un valor añadido a la hora de visionar la película elegida, sin comodidad también que se debería elegir según cines o sesiones, para que sea al menos igual o mejor que la del hogar. ¿Para cuando volver al silencio en las salas de proyección de cine?
Desconozco cuanta parte del total de la facturación total se obtiene de la televisión al visionarse una película. Tal vez hay que revisar estos apartados, tal vez hay que pensar que si desde el Ministerio de Cultura se reciben suculentas subvenciones, no hay que llorar tanto. Tal vez hay que revisar muy bien las historias antes de realizarlas y finalizarlas. Todo menos quejarse, sin hacer nada.