![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC0ZexJFG8zZrO6om4Z_6Txvn0qYojEoQToZ3ltX1M71BJAGbFGgk3uZD6-_cPDIs-g_E00M80rFIfbBj7Y0salFv_u4583F4ey2JorXXeUw9syk1nc2LOJLFsD0rZua3CZ1OhiN4mZi7l/s1600/cardo.jpg)
Somos humanos y en esta vida actual es muy fácil conseguir críticas, insultos o lo que a veces es incluso peor, el silencio. Hemos convertido en normal la crítica y eso es muy negativo y no ayuda a mejorar.
Un simple cardo, seco y muerto, puede resultar bonito, es cuestión muchas veces de saberlo mirar. Si a lo que no es perfecto le decimos mil veces que es una inutilidad, al final se morirá o se matará.
¿Por qué nos ofuscamos en sólo buscar los fallos de las personas y no ser capaces de agradecer el simple acto de acompañarnos?
¿Qué queda cuando se nos van los que creemos que nos molestan?
El vacío, la nada. Y sólo se compensa si se llena de otras personas, que nunca sabemos si serán mejores o peores que las anteriores.
Sin duda los malos de verdad no deben estar junto a nosotros, pero los regulares si pueden estar, pues igual nosotros somos todavía más regulares que ellos.