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Todos necesitamos el reconocimiento de otros. Debemos curar el odio

Todos necesitamos el reconocimiento de quienes nos acompañan en la vida. Necesitamos simplemente una mirada cómplice, una palmadita en la espalda, un abrazo, un beso, unas palabras de apoyo. Que de alguna manera comprendan nuestros esfuerzos por lograr las metas.

Somos humanos y en esta vida actual es muy fácil conseguir críticas, insultos o lo que a veces es incluso peor, el silencio. Hemos convertido en normal la crítica y eso es muy negativo y no ayuda a mejorar.

Un simple cardo, seco y muerto, puede resultar bonito, es cuestión muchas veces de saberlo mirar. Si a lo que no es perfecto le decimos mil veces que es una inutilidad, al final se morirá o se matará.

¿Por qué nos ofuscamos en sólo buscar los fallos de las personas y no ser capaces de agradecer el simple acto de acompañarnos?

¿Qué queda cuando se nos van los que creemos que nos molestan?


El vacío, la nada. Y sólo se compensa si se llena de otras personas, que nunca sabemos si serán mejores o peores que las anteriores.

Sin duda los malos de verdad no deben estar junto a nosotros, pero los regulares si pueden estar, pues igual nosotros somos todavía más regulares que ellos.