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Si tienes unos días tontos, ponte a jugar con la pintura acuarela

¿Ves unos pies caminando?
¿Tienes unos de esos días tontos, que no sabes bien porqué pero no tienes ganas de nada?

Mira, ponte a jugar con la pintura. Crea. Del verbo “crear”. ¿Piensas que es complicado, que tú no sirves, que es una idiotez? Si no empiezas, nunca lo sabrás. Yo te aseguro que sí puedes, pero eres tú quien se tiene que convencer.

Coge un papel de tamaño normal, una cuartilla, pero a ser posible recia, de papel para dibujar. Vas a necesitar unas acuarelas de las más simples. Unos pinceles y un vaso de agua, o mejor dos para que estén los pinceles más limpios siempre y el color más puro.

Empieza por coger con el pincel y bien disuelto en agua un poco del color que quieras y lanza unas manchas sobre el papel. Si los colores son buenos la potencia del color será más fuerte. Pero se trata de jugar. Efectivamente, sabiendo tanto tú como yo que eres una persona adulta. ¿Desde cuando los adultos no juegan?

Ahora ya tienes sobre el papel una gotas de color.
No dicen nada.
¿Seguro?

Revisa esas gotas, esas manchas. Dale la vuelta a la hoja, mira mejor. Efectivamente, algo ya se asemejan a…, sí!…, continúa.

Se trata de completar el cuadro con más manchas, con otros toques de color empleando el pincel, las acuarelas y el agua. No te preocupes si una línea que representa el horizonte se compone de varios tonos, de colores que nada tienen que ver con todos los horizontes que tu recuerdes. Da igual si los ojos de ese retrato están compuestos de varios colores o si los dedos se te manchan o si el papel ha quedado una auténtica mierda. Lo tiras y vuelves a empezar con otro.

¿Te sientes mejor? Pues de eso se trataba no? Al terminar todo, lo rompes. Lo destrozas. O te lo guardas en un cajón. O se lo enseñas a tu pareja o a tus amigos. Haz lo que quieras pues es tuyo.