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Pasajes Comerciales. Cara y cruz de una buena idea

 Los primeros centros comerciales en las grandes ciudades fueron los pasajes comerciales, calles cubiertas que unían otras calles, y que solventaron las inclemencias del tiempo con cerramientos superiores y amabilidad en sus diseños. Sobre todo diseños artísticos y lujosos. Los ejemplos más conocidos están en París, Bruselas y Milán. Alguno hay también en Madrid.


Estos pasajes comerciales se instalaban en el centro de las ciudades, pues a principios del siglo pasado no se utilizaba el coche con la normalidad actual. Las mejores marcas montaban sus tiendas, que eran más bien de pequeño tamaño.


Ya en los años 50 en los EEUU y posteriormente en casi todos los países, se fueron montando Centros Comerciales a las afueras de las grandes ciudades, con diseño de Hipermercado y una gran marca que tiraba del edificio. A su alrededor se montaban unas pocas tiendas para disimular y con escaso éxito comercial.


Ya a finales del siglo XX se volvió a un diseño que mezclaba ambas tendencias. Un Gran Centro Comercial, con muchas tiendas muy variadas que no eran meros espectadores de una calle que más parecía un lineal de un almacén, sino que se diseñaba todo el centro comercial como una calle con recovecos y vueltas, pasando del Hipermercado al Centro Comercial. La Vaguada en Madrid en 1983 fue el primero de los grandes Centros Comerciales en España.


Pero en la misma medida en que se morían literalmente los Pasajes Comerciales en el centro de algunas ciudades, otros sobrevivían con gran éxito e incluso eran un atractivo comercial y turístico que daba vida diferente a los centros urbanos.

En estas dos imágenes vemos en el mismo año dos Pasajes Comerciales con resultado bien diferente. Por una parte el Pasaje Comercial de San Huberto en Bruselas, un excelente ejemplo de utilidad actual y seguramente el mejor lugar para comprar chocolates y bombones o arte u objetos de regalo en la capital de Bélgica. Y por otro lado el Pasaje Comercial Palafox de Zaragoza, construido en los años 50 y que tuvo un enorme éxito y uso, hoy totalmente cerrado y convertido en una calle de paso en pleno centro de Zaragoza y que espera una remodelación total en los próximos años.

Un ejemplo claro de que no lo mismo funciona por igual en una ciudad o en otra, que las personalidades de las ciudades sí importan y mucho, y que las buenas ideas no siempre son igual de buenas, dependiendo del lugar donde se construyen. En ambos casos estamos hablando de espacios comerciales en lo más céntricos de ambas ciudades.