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Destrozamos una obra de arte, al limpiar las manchas de yeso del pozal


Una señora de la limpieza del Museo Ostwald de Dortmund en Alemania pecó de celo en su trabajo. Ni por asomo se le ocurrió que aquellas aparentes manchas de cal sobre una superficie de caucho de un cubo puesto en el suelo junto a unas maderas mal montadas que parecían alcanzar el techo, que a su juicio afeaban la obra 'Wenn es anfängt durch die Decke zu tropen' (Cuando empieza a gotear el techo) del artista Martin Kippenberger (1953-1997), tuviesen algo que ver con el arte que exibe el conocido museo alemán. —"¡Que marranada!", debió de pensar la señora—, y se empleó a fondo con la fregona y el estropajo, con la satisfacción del deber cumplido. Dejó el cubo que se ve en el suelo de la sala, la más de limpio, como nuevo.

Los directivos del museo palidecieron al comprobar, la mañana siguiente, que parte de la obra de arte que data de 1987 y que valoran en 800.000 euros, había sido destruída. La cara del portavoz del museo, Dagmar Papajewski, era un verdadero poema mientras reconocía en una rueda de prensa local que "es cierto, ha pasado". La empresa subcontratada para encargarse de la limpieza del museo localizó inmediatamente a la pulcra infractora, que declaró que se había limitado a cumplir con su responsabilidad de limpiar las salas del Museo Ostwald. Ha declarado que no podía saber que la estructura de tablones de madera a medio pintar era una obra propiedad del museo. "Pensé que estaban pintando o arreglando una gotera", ha dicho con seriedad.

La obra, como se puede comprobar en la imagen, consiste en una estructura de torre a base de tablas de madera clavadas unas en otras, a modo de andamios o escaleras, en la que aparecen colgados varios letreros con las inscripciones "abstrusa", "reparaciones" y "satisfacción". En su parte inferior y directamente situada sobre el suelo del museo, aparecía un pozal de albañil, de caucho, antes con estudiados restos de yeso, diseminados también a su alrededor, y ahora impoluto como para comer sopas de pan. Nos hemos cargado 800.000 euros de nada, por unas manchas artísticas, ¡joder!