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Los pequeños placeres de la vida, cógelos

Debemos disfrutar de los pequeños placeres de la vida, de esos que son sencillos y fáciles de conseguir, de los que se presentan todos los días ante nosotros y no les hacemos caso, de los que sí son posibles cuando creemos que hay muy pocas cosas posibles.

Tomar un buen café sola o en campañía de alguien, observar en un bar cómo se mueven las personas, oler un campo recién regado, leer un periódico o un libro de la biblioteca, tomar unas patatas fritas, ver una película y abstraerse, correr por un parque cuando la luz se escapa, acercarse hasta un río y observar cómo se escapan las hojas que le tiramos, ir a ver a un niño o a un anciano, perderse por las calles que nunca visitas.

Llama por teléfono a esa persona que hace muchas semanas que no sabe nada de ti, hazte un plato para cenar de esos que pocas veces cocinas, compra un buen vino y saboréalo despacio, goza de tu sexo con calma siendo igual si es en compañía o a solas.

Los pequeños placeres son alcanzables, no los dejes escapar.