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Como escritores, debemos hacer importante lo que para nosotros es importante

Escribimos de lo que consideramos importante, muchas veces sin percatarnos de que de esos asuntos, ya tienen en el mundo excesiva información y opinión. Sirve de muy poco hablar o escribir de los americanos, de lo mala que es la sociedad consumista o de las centrales nucleares a menos que sean un reconocido sociólogo. Pero en cambio no se habla tanto de aquellos pequeños elementos importantes por su delicadeza o naturalidad, de los asuntos que nos afectan cada día pero solo a nosotros. De nuestro pueblo y sus corrales, de lo bueno que es el pan recién cocido, del canto de los pocos pájaros del invierno, de que ya no hay gorriones por las calles. Parecen asuntos que no deberían interesar, pero el escritor tiene la obligación de dejar plasmados aquellos asuntos que no tienen a nadie que les escriba. Hablar de lo obvio es más sencillo pero más inútil.
La obligación del escritor es hacer importante lo que para él es importante. O al menos, intentarlo.