El INE publica los datos  de crecimiento del cuarto trimestre de 2012 en España, que dan por finalizado un año duro  de ajustes y recortes que se suman a la cada vez menor aportación de un  sector exterior que está de capa caída.
Ha sido el 2012, el año de la recaída anunciada, el  año de Mariano, el de las mareas de arcoíris que han poblado las calles  de nuestro país, el del rescate bancario. Pero aquí nos centraremos en  la evolución que presenta el último trimestre, viendo la evolución de  las partidas que determinan la producción agregada de nuestro país, para  ver como de mal o bien han ido progresando.
Os invito a hacer este pequeño recorrido  gráfico por los datos que presenta nuestra economía española. Os  recuerdo que todos los datos reflejan tasas de crecimiento interanual  (es decir, comparan un trimestre con el mismo del año anterior), son  términos reales (descuentan la inflación) y están corregidos de  calendario.
 
Contexto internacional
Lo primero que hay que hacer es enmarcar  el crecimiento de nuestra economía en el espacio y el tiempo. Para ello,  debemos atender al crecimiento de los países que nos acompañan en este  aventura que es el euro.
Así vemos una caída generaliza del ritmo  de crecimiento, y caídas en la producción en casi todos los países de  Europa (excluyendo a Alemania que crece un nimio 0,4%), con Grecia  marcando el ritmo de caída, con un 6% que al menos refleja una cierta  mejoría frente a la caída del 6,7% que registró el trimestre pasado.
Estados Unidos, pese a todos los  problemas que arrastra, como la lenta recuperación del empleo y las  vicisitudes interna sobre el abismo fiscal (que fue el tema de finales  de 2012) consigue aumentar su producción un 1,5%, algo que ya querríamos  muchos.
España reitera y aumenta el rimo de caída  de su producción, que cae en un 1,9%, un empeoramiento frente a la  caída del 1,6% que se registró en el anterior trimestre. Veremos ahora  qué hay detrás de negativa y particular evolución de la economía  española.
 
Evolución del PIB
Primero contextualicemos el crecimiento del cuarto trimestre en el tiempo.
A través de la variación interanual  podemos ver el comienzo de la segunda V que conforma lo que de momento  va a ser la W. Aunque en 2010 conseguíamos volver a una senda de  crecimiento, tanto los problemas estructurales sin resolver, como las  políticas instauradas desde las instancias europeas tanto en España como  en su entorno, han hecho que el retorno al decrecimiento sea  inevitable. Por ello hay que ser cautelosos incluso cuando se empiecen a  ver brotes verdes y cifras al alza. Nadie garantiza que en una senda de  expansión, si no viene reforzada con las políticas adecuadas, no  volvamos de nuevo a caer al abismo. Huelga decir que ni siquiera estamos  en ese estado, pues la economía suma y sigue cayendo. El PIB real está,  aproximadamente, al mismo nivel que a comienzo de 2006.
Demanda nacional y externa
 
La primera descomposición que podemos hacer se enmarca en el contexto interno y externo.
Así, vemos como la caída del PIB se debe,  sobre todo, a la caída continuada de la demanda nacional, que cae un  4,7%. Esta visualización de los datos no refleja realmente los  determinantes de la producción por la contabilidad (negativa) de la  importación dentro de la demanda externa, es algo que ya he comentado en  alguna otra ocasión. Si importáramos mucho menos (manteniendo todo lo  demás constante), nuestra demanda nacional (que no interna) caería en  picado, mientras aumentaría la demanda externa mostrada, pero eso no  significa, como así parece, que nuestras exportaciones han aumentado.
Para ver mejor la evolución de nuestro  sector exterior, clave para nuestra recuperación, atenderemos a los  datos que se muestran en sus rúbricas:
Así, nuestras exportaciones aumentan un  3,2%, un crecimiento menor si lo comparamos con el trimestre anterior  (que aumentó un 4,2%)  o con el comienzo de 2011, donde nuestras  exportaciones crecían a un ritmo del 10,2%. No hay que ser un lince para  encontrar la razón a este menor ritmo de crecimiento, y es que el  contexto europeo ha sido pésimo y, a pesar de que nos hemos expandido  por otros territorios, la cercanía sigue pesando. 
Ya realicé un análisis de las exportaciones hace unas semanas, así que no voy a cansaros con el tema aquí.
Las importaciones caen un 5,4%, sobre  todo por motivo de la caída de la renta y el consumo de las familias y  por los menores requerimientos de inputs extranjeros por parte de unas  empresas que cada vez venden menos.
Podemos ver esto calculando el porcentaje de demanda nacional que suplimos con importaciones:
Si bien para calcular esto hay que ir a  los datos en precios corrientes. Vemos como un 31,16% de lo que  demandamos lo demandamos al exterior, es un porcentaje superior al que  se presentaba en el cuarto trimestre de 2011. Esto muestra que si  importamos menos no es por una sustitución de importaciones por consumo  interno, sino por una caída generalizada en la demanda nacional. La  tendencia (aunque con variaciones trimestrales) es incluso ascendente,  aunque parece que este último trimestre puede marcar un cambio  (necesario) de la misma. Si no conseguimos reducir esta variable, todo  aumento en nuestra variable externa vendrá motivada por el  empobrecimiento interno, lo cual es, a todas luces, un problema enorme.
Consumo
El consumo sigue cayendo y cada vez a un  ritmo mayor. Así, las familias consumieron un 3% menos que el cuarto  trimestre de 2011, mientras que las administraciones públicas redujeron  su consumo en un 4,1%, con motivo de los recortes y la austeridad que  están obligadas a hacer (veremos con más detalles el presupuesto de las  AAPP junto al déficit en el análisis del 2 de abril).
Esto motiva una caída del 3,3% en el consumo.
Los motivos de la caída en el consumo  familiar siguen siendo los mismos de siempre. Las personas que están  trabajando siguen cayendo. Los ocupados caen un 4,7% y los asalariados  un 5,6%. Además, la renta por asalariado cae en torno al 3%, lo cual  hace que la renta total de los asalariados disminuya en un 8,5%. El  excedente de explotación (renta empresarial) sí que aumenta, aunque un  tímido 1,4%. Con estos datos sorprende incluso que el consumo no caiga  más.
Un elemento curioso es que, por primera  vez en la serie de datos que van desde el año 2000, el excedente bruto  de explotación es superior a la renta de los asalariados. Tenía que  pasar antes o después si uno aumenta mientras otro cae. Esto creo que  tiene ciertas implicaciones para la comparación a nivel teórico de  diferentes modelos de corte clásico, pero eso lo dejaré para los que  entiendan más del tema.
Inversión
La inversión, como el consumo, sigue  cayendo a un ritmo mayor. La construcción, que sigue estancada en caídas  del entorno del 12% sigue liderando la caída en la inversión, pero los  bienes de equipo, necesarios para la producción futura, caen a un ritmo  del 7,9%, y eso sí es preocupante. Lo es porque la construcción es un  sector del que tenemos que depurar nuestros excesos, pero debe hacerse  sustituyendo su producción por otros sectores, en el llamado “cambio de  modelo productivo”. Una caída generalizada en la inversión del 10,3%,  motivada por la caída en las expectativas de demanda y en el nulo acceso  al crédito, no ayuda para nada a la mejora paulatina de los fundamentos  de nuestra economía.
Descomposición por motores
 
Como decía anteriormente, la  descomposición entre demanda nacional y externa me parece fallida.  Prefiero descomponer la producción en consumo interno (consumo menos  importaciones), inversión y exportaciones. En el siguiente gráfico  podemos ver la evolución (no en tasas, sino en incrementos absolutos) de  las tres partidas (en términos corrientes):

La representación de este gráfico solo  sirve para reseñar que en el último año la variable que más ha impactado  negativamente en la evolución de la economía es la caída de la  inversión, y no tanto la del consumo, aunque esta última ha empezado a  empeorar. La pregunta clara es, ¿por qué no se invierte? Que deberíamos  incluir para un debate abierto junto a ¿Está dando sus frutos una  devaluación interna que baja los salarios y los costes laborales pero no  los precios?
Producción por sectores
 
Por sectores podemos ver un sector  agrario que sigue aumentando, aunque con un peso ínfimo en la economía  española (y con el empleo cayendo), y un sector de la construcción que  sigue cayendo a tasas del 8,5%, manteniendo el ajuste necesario de la  burbuja que nos metió en todo este lio.
Por otro lado la industria sigue cayendo,  aunque a ritmos cada vez menores, mientras el sector servicios aumenta  su ritmo de caída. Este hecho es ciertamente curioso, y veremos si sigue  dándose en los siguientes trimestres. Desde luego el sector servicios  es el que más se está comiendo el impacto de este retorno recesivo, al  menos en términos de empleo (como podíamos ver con los datos de  afiliación). Este es el problema añadido de la crisis, cuando la caída  no solo representa el ajuste del sector sobredimensionado sino que  afecta al conjunto productivo.
Entonces… ¿Cómo estamos?
 
Es un error ver estos datos y seguir  pensando en términos futuros. En el mal que puede llegar a producirse de  continuar la senda marcada. Con un paro a más del 26% y un estado  social resquebrajado, los males ya han llegado. Y así tenia que ser  cuando se cumplen ya más de 5 años de crisis (y medio si contamos parte  de 2007).
La inversión sigue cayendo, las  propuestas de inversión ni se les ve ni se les espera, salvo los  espejismos de un Eurovegas que es más un timo que otra cosa, y en el que  caemos porque, irremediablemente, somos tontos de solemnidad. Y  mientras nuestros políticos siguen fumando la pipa de los brotes verdes,  la economía sigue deteriorándose. ¿Y lo peor? Que los problemas reales  siguen si atenderse.
Los problemas naturales, de recursos, de  productividad y eficiencia energética, siguen aparcados. El modelo  productivo, como una pancarta de la que nadie quiere hacerse cargo.  Europa, una mala unión de la que no se puede salir y en la que nos  obligan a seguir las directrices de gente a la que no hemos votado, bajo  la senda de una trayectoria ideológica que nos venden como teoría que,  además, ellos mismos desacreditan. Son tiempos aciagos. Miguel Puente Ajovín - Caótica Economía