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En las alcantarillas tampoco está el premio

Yo no sé a vosotros, pero a mi me da la impresión que con el tema de Puigdemont estamos haciendo el ridículo. Lo buscamos por las alcantarillas como si fuera un topo, nos ufanamos en evitar que entre en paracaídas o en el maletero de un coche al Parlament, mientras él desde la inutilidad patente, se ríe de nuestras incapacidades.

Cualquier que sabe jugar al ajedrez intuye que en estas situaciones, tener en la calle al alfil de Junqueras hubiera sido un buen dato para restar valor a la torre de Puigdemont. Pero no queremos aprender.

Vamos abocados a otras elecciones donde los catalanes volverán a demostrar que están hasta los bebos, que es un lugar extraño en el corazón de los sentimientos. Y saldrán reafirmados los que saben guardar silencios tácticos, y no tienen las manos manchadas de dinero sucio.