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Peregrinación al santuario del Señor de Qoylloriti o Qoyllorit’i

Se han elegido nuevas propuestas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y entre las nuevas elegidas lo ha sido la peregrinación al santuario del Señor de Qoylloriti o Qoyllorit’i que está ubicado en las faldas de la montaña rocosa del nevado del Shinaqara en el Perú, en una hoyada a 4.600 metros sobre el nivel del mar, en el pueblo de Mawayani, Jurisdicción del distrito de Ocongate, provincia de Quispicanchi, del departamento del Cusco. Sin entrar a valorar la importancia o veracidad de su contenido religioso, que eso lo dejo para las creencias de cada uno, si que resulta importante conocer y reconocer esa mezcla que todavía existe entre religión cristiana y creencias andinas, que le dan un sabor y colorido único.

Qoyllorit’i, Qoyllor rit’i, Qoyllur rit’i, se origina de dos palabras quechuas: qoyllur (lucero del atardecer o del alba) y rit’i (nieve), es decir lucero o estrella de nieve, venerando en la actividad andina al apu Qoyllorit’i (Señor de las Nieves), por la luminosidad que despide esta cordillera nevada. 


Es una peregrinación tradicional de hace más de 200 años que se celebra tras la aparición de una imagen de Cristo crucificado, sobre una roca de esta cordillera del Ausangate. La peregrinación se realiza cada año entre mayo y junio (fiesta movible) antes de la celebración del Corpus Christi y concurren feligreses desde diferentes partes del mundo, en especial Cusco, Apurímac, Puno, Arequipa, y Bolivia; antiguamente realizaban los pobladores andinos. Cuenta la historia según los creyentes que el Niño Jesús, disfrazado de pastorcito y con pelo rubio y aspecto áspero, se le apareció a un niño indígena en el año 1780, y ambos se convirtieron en amigos ayudándose a cuidar los ganados. En agradecimiento, los padres le hicieron al niño rubio nuevo vestidos de ricos ropajes y le avisaron al párroco del lugar la aparición de un niño haraposo y sin familia, el sacerdote intentó capturarlo pero sin éxito y el Niño Jesús desapareció (otras tradiciones dicen que se convirtió en un árbol de tayanca), Marianito Mayta, el niño quechua, murió de pena tras perder a su nuevo amigo. En el lugar donde fue enterrado Marianito, junto al lugar donde desapareció el niño rubio, apareció la imagen del Cristo crucificado estampado sobre una roca y allí se construyó el templo al que acuden en peregrinación en medio de las colosales montañas de nieve. Otros realtos comentan que empezaron las peregrinaciones antes de que por devoción se mandara pintar la imagen de Crsto sobre la piedra que tapaba el enterramiento de Marianito.

En el santuario se efectúan ceremonias católico-andino, manteniendo sus normas y costumbres ancestrales, pues para la gente de la zona, las montañas tienen atributos religiosos. Llegan de las denominadas “naciones” (diferentes pueblos) o clanes con sus delegaciones de danzas que ofrecen a la divinidad como: los Qapaq chunchos, Collas, K’achampa, Auqa chilenos, etc. y danzas bolivianas, todos éstos con instrumentos típicos andinos. Existe una particularidad, la presencia de los “Pabluchas” que son unos personajes míticos, vigilantes del Señor, encargados de poner el orden y la disciplina durante los actos litúrgicos, así como los celadores que también llevan un látigo y están a la expectativa de cualquier anomalía que pueda entorpecer la festividad. Se realiza el mercado o juego de “alasitas” (juego de ilusiones), compra de una casa, autos, ganados, títulos profesionales, celebración de matrimonios, y objetos en miniatura con dinero de juguete, luego son bendecidos. Realizan también las “apachetas” (montones de piedra colocados por los devotos, simboliza el pecado).

Algunas delegaciones efectúan ascenso hacia Tayankani desde donde se aprecian y practican distintos ritos: salida del sol, qenqos y terminar con una misa en la capilla del lugar. El último día, los feligreses descienden después de ser bendecidos por el Señor, sin importar las temperaturas bajo cero, mientras que los “pabluchas” o “ukukos” retornan del nevado de Qolqepunku cargado sobre sus espaldas un bloque de hielo para después mostrar en la procesión de Corpus Christi de Cusco o regar simbólicamente sus tierras con el agua sagrada en sus comunidades. Así es la festividad del Señor de Qoyllorit’i, llena de tradiciones católicas y misticismo andino, mezclado desde hace 200 años y que congrega a más de 100.00 personas entre lugareños, visitantes nacionales y extranjeros, atraídos por la tradición, el folklore y colorido y la religión.