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Las guerras nunca se ganan, siempre se pierden

Esta torre de iglesia, este campanario, esta ventana castellana, refleja los dolores de la guerra en sus paredes. No han querido restaurarla tras 75 años de las batallas, como ejemplo de las barbaries.

Tras la pequeña ventana, algún soldado joven esperaba morir mientras le disparaban desde abajo. No somos capaces de adivinar sus miedos, sus dolores, sus gritos internos, sus preguntas sin respuestas.

No da igual el color de sus vestimenta militar, su bandera. Había un joven esperando a morir, donde su única solución era matar a todos. ¿Y para qué?

No me da el deseo de explicar de qué localidad se trata. Fue un error de localidad que soportó la guerra para nada. Es imposible ganar las guerras por una ventana. Pero además, las guerras nunca se ganan, siempre se pierden.