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Cataluña y algunas verdades posibles que no se dicen

Todos los actores de la presunta independencia de Cataluña saben que el proceso está condenado a la imposibilidad. O casi. Lo que no quiere decir que en el camino no se vayan dejando heridas todos los que intervengamos. Es decir, todos los ciudadanos catalanes y españoles. Una cosa son los intentos y otro bien diferente los caminos logrados. Y e medio puede venir el caos, sin vuelta atrás. Dicho esto, paso a enumerar algunos detalles.

Una Cataluña independiente NO podría entrar en la ONU de forma rápida. No lo admitiría ni Rusia ni China con derecho de veto, pues en sus propios territorios tienen situaciones similares.

Una Cataluña independiente NO podría entrar de forma rápida en la UE, por el veto de varios países, pero SI podría utilizar el euro y diversas leyes e instituciones europeas, como ya hacen otros países, o basarse en ellas para copiarlas. Hay ejemplos en Europa, donde copiar procesos.

Una Cataluña independiente tendrá que soportar la parte proporcional de la gran deuda pública española, lo que sin duda provocará un gran conflicto legal que acabará en los tribunales internacionales. Es sin duda un conflicto de negociación imposible de resolver en el corto plazo. Cataluña a cambio solicitará unas compensaciones fiscales que enturbiarán todo tipo de negociación. Por ejemplo Cataluña tiene derecho a reclamar una parte del material militar del ejército español, pagado con los impuestos de todos los españoles, incluidos los catalanes.

Los problemas económicos de pago, en una Cataluña independiente, es el gran caballo de batalla de complicada solución, aunque digan lo contrario. Las pensiones de los catalanes las han cotizado en España, y aunque es un derecho personal y privado, y no público, se puede emplear una especie de boicot para ponerlo encima de la mesa de negociación. Sobre todo por la urgencia en resolverlo.

Ya no existe la famosa “hucha” de las pensiones, para reclamar una cantidad de forma urgente que podrían haber sido sobre los 13.000 millones, pero en cambio las pensiones y los sueldos de los funcionarios hay que pagarlos todos los meses el día 1. Los impuestos se recaudarían en Cataluña de forma más lenta a los gastos necesarios, y se tendría que acudir a mercados exteriores para endeudarse. No es imposible lograrlo, pero es un comienzo complicado.

Son precisamente los problemas económicos el punto débil de cualquier proceso de independencia o de divorcio. ¿Qué sucede con los ahorros y deudas de los españoles en entidades financieras que en teoría pasarían a ser catalanas? ¿Qué sucede con los ahorros y deudas de los catalanes en entidades financieras que en teoría seguirían siendo españolas, en caso de conflicto de liquidez? Si la independencia se produce con una negociación todo es fácil de resolver, pero si se produce tras un conflicto enmarañado y durísimo, el problema legal no es nada claro, al estar uno de los países fuera de la UE.

El cambio de una posible segunda moneda independiente en Cataluña, al menos para pagar las pensiones y sueldos públicos, sería idéntico al Euro. Pero eso no garantiza que no se devalúe a costa de inflación, como sucedió en la Argentina del corralito.

Los acuerdos comerciales que ya tiene España con terceros países son fáciles de mantener desde Cataluña, y las relaciones comerciales de Cataluña independiente con España pueden producir más daño a ambos países que a uno sólo de los dos si entran en conflicto artificial. El tejido comercial, productivo y empresarial entre ambos países está muy unido y cualquier boicot posible, sería negativo para ambas partes.

No hay que ser negativo a la hora de pensar en el futuro de las personas que puedan tener propiedades en Cataluña o España, siendo españoles o catalanes. Están defendidos por el derecho privado y no surgirán problemas de ninguna clase. Hay que tener en cuenta que España está dentro de la UE y tampoco podría realizar libremente un boicot declarado contra Cataluña, aunque esta no pertenezca a la UE. El garante de que la situación económica, legal o comercial entre ambas nuevas realidades, de producirse una crisis insalvable, es precisamente Europa.

Esa misma garantía europea hace también complicado que desde Madrid se puedan tomar algunas decisiones que se repiten constantemente en los medios de comunicación, como las “soluciones finales”. Y todas las partes saben que el choque de trenes sería tutelado desde Europa, que suavizará sin dar legalidad, un proceso complicadísimo pero que no se puede convertir en un experimento violento de ninguna clase, incluido en lo económico.

Pero sin duda la gran tranquilidad que percibimos es que Mariano Rajoy ya sabe qué medidas tomar. Y esta frase final la digo en modo “sarcasmo aragonés”.