Escapulario de tiempos viejos. Para qué sirven

Yo de pequeño llevé escapulario —soy tan viejo que he llevado encima de casi todo— algo que para los que son jóvenes les debe sonar a un elemento prehistórico.  

A principios de los años 60, cuando en los hogares sin televisión se rezaba el rosario con las vecinas, mientras los niños asombrados mirábamos aquellos ejercicios diarios como unos elementos aburridísimos que no entendíamos, se nos ponían escapularios al cuerpo para llevar de fijo, que eran unas estampitas de santos y vírgenes con cuerdecita para colgarlos en el cuello y llevarlos debajo de la camiseta.

Escapulario: Para llevar por encima de las escápulas, de los hombros.


Aquellos escapularios eran un coñazo pues picaban ya que los envolvían en plástico para que no se pudrieran con los sudores, cuando ni de lejos se había inventado el plastificado por aquellos años de hambre. Era una cochinada mal soportada.

Con los años los niños de entonces nos hemos enterado para qué servían aquellas estampas con textos. Si te morías con el escapulario puesto, no tenías que hacer fila en el cielo, entrabas por la puerta Vip. 

Como las tarjetas del Port Aventura que son más caras, pero en versión católica vieja. Vamos, que al llegar al Cielo te colaban por delante de los que no llevaban escapulario.

Como es lógico no todos los escapularios tenían el mismo valor milagroso, pero yo no he sabido con qué santo o virgen me acostaba. Lo veía como un elementos asqueroso pero inevitable. 

Era como el regalo gracioso de alguna amiga de mi madre o de mi tía, creyendo que así no tenía que esperar mi turno entre los ángeles. Nunca me hizo efecto, lo cual agradezco enormemente.