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Tener el poder sin que nadie lo sepa es fabuloso y muy cómodo

Pensar es mucho más complicado que obedecer. Lo único que nos impide obedecer es notar o sentir que nos estando mandando, ordenando algo. Una vez superado ese trance, obedecemos a todo y todos. Así que si quieres que alguien te obedezca debes intentar por todos los medios que no se note que estás mandando.

Hay auténticos artistas que saben mandar sin que se note, que logran que les obedezcamos sin darnos cuenta de que estamos siendo manipulados, creyendo incluso que las ideas, las decisiones son nuestras. 

Es el grado de la excelencia en el mandar, conseguir que no se note y que además todos estén agradecidos a nosotros por lo poco que mandamos, ordenamos, gestionamos las vidas de los demás.

Cambiar esta manera de ser obedientes, de comportarnos ante el poder escondidos de otros, solo se consigue con una educación diferente. Pero no queremos pues nada hay más cómodo que tener el poder sin que nadie lo sepa.