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Estado caótico contra estado de bienestar

Por causas personales uno puede mirar al abismo de un sistema que no se tiene en pie, que está de capa caída. Unos podrán decir que por mis circunstancias no puedo ser imparcial, pero yo lo veo de otra forma. Quien no lo vive, no lo puede contar.

El problema de las bajas médicas es algo harto conocido pero que comienza a tocar límites insospechados. No sólo no te las dan (aunque previamente te digan que no puedes trabajar), sino que te pueden llegar a meter en lagunas de las que nadie te puede sacar, en donde no estás de baja ni de alta, ni trabajando ni parado, sin cobrar un duro y sin ninguna facilidad de las que si disponen los parados, mientras inspectores se van pasando el marrón y culpan a los pocos que se toman el tema con interés.

No podemos tener un sistema que premie a los policías que más multas pongan, o que beneficie a los médicos que menos bajas médicas laborales den
. Eso debería ser algo objetivo y depender de la pura medicina, no de la economía del estado. Y es que vivimos en una estado del bienestar que no es tal, que no existe.

Mientras los empresarios tributan en las Sicav bajo el chantaje de irse con los capitales a otra parte, el estado se hace trizas y sangra por todos los poros, pensiones, educación, sanidad…, las instituciones básicas de un estado que no pueden medirse sólo con dinero, pero que lo necesitan.

Cuando la administración más absurda y anónima se opone a los dictámenes de un médico que está para curar, es que algo estamos haciendo mal. Cuando los jueces se miran el ombligo en vez de leerse los informes de varios médicos testigos, es que algo estamos haciendo mal. Cuando un juez, la máxima responsabilidad de lo imparcial y objetivo, hace su trabajo siendo un vago redomado, y es uno, sino varios, es que algo estamos haciendo mal. Cuando todo el sistema se enlaza en base a conocidos, chanchullos y bolas de nieve imposibles de derretir, es que algo estamos haciendo mal.

Hemos transformado la medicina en un sistema económico, en donde el diagnostico es lo de menos. Es decir, hemos hecho justamente lo contrario de lo que debería ser un sistema del bienestar, en donde este está por encima de un sistema económico que debe hacer lo posible por sustentar lo existente.

Y lo más gracioso de todo es que, a pesar de no tener estado del bienestar, nos lo quieren recortar más.

Y los pobres idiotas viendo programas como “¿Quién vive ahí?”.