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La buena vejez es la lenta y sin dolor. Aristóteles

Aristóteles nos decía hace casi 2.400 años estas palabras sobre la vejez en su trato sobre la retórica. “La buena vejez es la vejez lenta y sin dolor, porque no es buena vejez la del que envejece rápidamente ni tampoco la del que envejece con lentitud pero con sufrimiento”.

Debemos envejecer a una velocidad natural, siempre que nos acompaña esa “suerte” a la que también se refería Aristóteles. Contra o a favor de la suerte, poco podemos hacer, pero del resto nos deberíamos ocupar con más normalidad.

Nadie nos pide un ejercicio físico excesivo, pero sí cambiar el sillón por las zapatillas de andar por la calle o el campo. Nadie nos prohibe ver la televisión, pero sí es recomendable tener actividades intelectuales. Nadie nos dice que la soledad elegida sea un drama, pero sí se nos advierte que relacionarnos con más personas es muy importante. Muchos nos prohiben comer de casi todo lo que es bueno, pero se les olvida advertirnos que la mayoría de los problemas en la alimentación se resuelven comiendo la mitad de lo que comemos aunque sea de todo. Muchos nos recetan pastillas como elementos milagrosos, pero se nos orilla ante la mejor de las pastillas que es hablar y escuchar, tener amor y compartirlo.


Envejecer no es morir. Morir es una actividad hacia la que caminamos en el mismo momento de nacer. Envejecer es tener una actividad diferente, una cantidad de energía distinta, unas sonrisas más escondidas, unas ganas que hay que provocar.