El gesto de Iñigo Errejón es mucho más que un gesto causal o casual, es una decisión vital para la izquierda que se puede contagiar por toda España. No son personas vacías de reflexiones, así que su decisión es meditada.
No, no es cuestión de sillones, no es sólo de sillones a repartir; es claramente y otra vez más las enormes dificultades que desde las diversas izquierdas hay para trabajar juntas.
Sería buena decisión si esta sirviera para clarificar, para asentar, para ponernos a trabajar de una vez por todos por los que menos son defendidos en una sociedad cada vez más dura; pero para ello además de ideas y programas, tenemos que tener líderes y poder. Y poco a poco vamos dividiendo lo poco que se posee de todo esto.
Tal vez para flotar..., antes haya que hundirse.