Estaba abandonado de primaveras desde hacía casi una década. Ya los jóvenes no entraban a robar pichones ni a joder a la dueña con sustos, ya no se escuchaba el revoloteo molesto de los cortejos, ya no.
Cuando todavía algunos viejos miraban el palomar abandonado, siempre veían a cientos de blancas tórtolas batiendo alerones. Estaba abandonado pero lleno de recuerdos.
Nadie veía el ahora, solo existía el ayer.
Cuando todavía algunos viejos miraban el palomar abandonado, siempre veían a cientos de blancas tórtolas batiendo alerones. Estaba abandonado pero lleno de recuerdos.
Nadie veía el ahora, solo existía el ayer.