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El YO (o tú) anciano, el YO sabio. Literatura epistolar

Hoy te voy a proponer un ejercicio que puedes (debes) repetir de tiempo en tiempo. Vas a escribirte una carta a ti mism@. Lo vas a hacer tu… para ti.

La correspondencia, la literatura epistolar, es un sistema literario muy antiguo que puede dar unos resultados muy interesantes si te marcas un personaje emisor (que puedes ser tu mismo u otro personaje inventado) e incluso otro u otros receptores de las misivas.

Por eso el ejercicio te propone no solo que escribas cartas sino que estas sean escritas por diferentes YO. El YO anciano, el YO sabio, el YO abuelo, el YO joven que recuerda su niñez, etc.

Imagínate con 80 años, toda una vida ya utilizada y aprendida, con una sabiduría de quien ya ha recorrido todo el camino y ahora está simplemente disfrutando de la plaza final, en donde todo se ve con una perspectiva mucho más calmada y más sabia. Eres capaz de dar consejos y de ver la vida por encima del resto, porque estás en lo más alto, esperando a que venga la tormenta y te tengas que resguardar o se te lleve en volandas.

Escríbete a ti mismo, al joven o al maduro, a la madre o al hijo, al enfermo que lucha o a la mujer que busca vida. Y disfruta dándote ideas, consejos, ayudándote a encontrar luces y sombras, señalándo las piedras del camino y los mejores lugares para descansar.

Guardas las cartas, reconoce que has disfrutado escribiéndolas, y las vuelves a leer pasados unos meses. Puede que para entonces sean una medicina fabulosa. Sirven para el presente mientras las escribes, pero sobre todo sirven para cuando las lees pasados unos tiempos.