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Odiar la política está muy bien. Así los mediocres podemos seguir

Sabemos que otra sociedad es posible pues hemos vivido momentos mejores en años anteriores. Los primeros años de Zapatero son un ejemplo en libertades civiles, incluso los primeros años 80 en cuanto a lucha sindical y respeto laboral es otro momento interesante. En otros países han tenido años distintos pero siempre hay algunos con más justicia, con más facilidades sociales, con más respeto o con menos distancia entre clases sociales.
Parece que avanzamos, pero es falso. Nos movemos, cierto, pero en vaivenes. La libertad sexual actual es menor que la de los años 80, y no es cierto que los logros de las mujeres siempre sean en clave positiva, aunque a ella se lo parezca. La debacle laboral ha sido brutal con falsedades brutales en las explicaciones de los motivos.

Como no hay hoja de ruta no sabemos bien hacia donde nos dirigimos, y por ello es fácil que se cuelen listos manipuladores que saben poner cuñas en el camino. Al final el resultado no sabemos si era el pretendido, pues no lo habíamos diseñado con detalles. Faltan líderes y capacidad de marcar objetivos en el medio plazo.

Odiar a lo que representa la política supone que los que pudieran ser buenos políticos huyan. Quedamos los malos y si acaso los mediocres. Pero nada más. Insuficientes para avanzar y saber defender los objetivos mínimos. Pero es lo que queremos. No hay recambio.