Páginas

El sistema autonómico español está en boca de algunos. Hay que tener cuidado.

En tiempos de crisis —de todo tipo— las formas son muy importantes para crear credibilidad o para no perder la poca que quede.
Este fin de semana, con la que está cayendo en rebajas de sueldos a jubilados y funcionarios —pronto a parados y activos privados, ya lo verán—, no es de recibo que un partido de fútbol internacional se diera a la vez y de forma simultánea por la televisión pública TVE1 y por las autonómicas.
Los problemas financieros de las autonomías son graves, el descontrol en el gasto y en las formas nos traen ahora algunos lodos complejos de medir y surgen voces que desean volver atrás en procesos constitucionales que propiciaron la lógica división administrativa de España en autonomías.
Si seguimos estirando de la cuerda del gasto, de las formas absurdas, de las normas que no siempre se pueden consentir, se romperá de golpe toda la construcción del Estado y saltará por los aires algo que ha costado mucho edificar. Y los que más creemos en la actual construcción de la descentralidad, somos los más interesados en no cometer errores de bulto.
No se puede tensar ahora el gasto con traductores en el Senado, no porque no sean necesarios ni porque sean un gran dispendio, sino simplemente porque las formas si que importan. Calma chicha en el campo de las tensiones, inteligencia política, porque lo que cuesta mucho construir se puede destruir en pocos zapatazos. No es miedo, es precaución.