Páginas

El Franquismo no contaba con el Príncipe Juan Carlos

Releyendo mis apuntes observo que tras la muerte de Carrero Blanco se forma un contubernio de alcoba y despacho para decidir quien debe suceder al sucesor. Todas y todos (más que todas, ella) sabían que tocaba no equivocarse, jugar sus cartas con tiento, y lo curioso es que según parece todos medraban hacia Franco y nadie consultaba al Príncipe Juan Carlos. ¿Cómo es posible que se le ninguneara?

Es decir, querían edificar el posfranquismo, habiendo elegido ya sucesor a título de Rey, pero en cambio no querían consultar ni informar al que debía suceder a Franco. Parece curioso pero no lo es. Por eso mismo Torcuato FErnández Miranda era mal visto en Palacio.

En realidad a Juan Carlos lo eligieron como Príncipe sucesor porque la otra posibilidad, la de su padre, les parecía al franquismo mucho peor. Mucho menos influenciable. Menos manipulable. En aquellos años al Príncipe Juan Carlos se le conocía en la calle y a pequeña voz por miedo con un mote hoy olvidado. Cara Bobo. Y es de suponer que en la misma medida en que se intercambiaban chistes entre los mandamases, el mote era bien conocido en aquel Régimen.

Sí, aquel mote se les volvió a los franquistas en su contra en cuanto empezó a gobernar el Rey Juan Carlos I aunque lentamente y con una medida clara de no revolver el pasado, eligiendo a la segunda a Adolfo Suárez, que aunque franquista era de lo más limpio que había.

Pero volviendo a mis apuntes, sí es curioso que las historias de los países los muevan muchas veces los dormitorios, los susurros en el oído a media noche, la caricias y el sexo. España o Cataluña o Aragón, lo fueron por matrimonios y engarzando territorios para tener hijos o para odiarlos. Así que creer que los países son algo inamovible, eterno, seguro y constante…, pues depende. Depende de la cama, de unas amistades o de una mala mirada. O incluso en estos siglos, de un twitter de más o de menos.