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Dimisión de Adolfo Suárez ¿Por qué?

El 29 de enero de 1981, Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno de España, dimitía ante los españoles en un discurso televisado. Llevaba cinco años como Presidente, había logrado iniciar una Transición imprescindible y coja pero valiente y osada, y ya no podía más. En España sonaban los cuarteles, algunos de ellos escribían soflamas en algunos periódicos, y las posibilidades de un Golpe Militar sonaba casi como inevitable, incluso sabiendo que algunas de estas amenazas eran escuchadas y no reprimidas verbalmente por políticos socialistas.

Menos de un mes después, cuando se votaba el recambio de Adolfo Suárez en el Congreso, un Golpe de Estado de Segunda Potencia, provocado y controlado casi con toda seguridad por quien sabía que era mejor un Mini Golpe de Estado que un Golpe de Estado de Coroneles, se demostró que Adolfo Suárez tenía razón y razones.

Lo cierto es que cuando dimitió Suárez nadie entendió bien ni el momento ni los motivos reales, aunque todos los desearan. ¿Qué había empujado a elegir ese momento, por muy complicadas que estuvieran las situaciones? ¿Alguien le abrió la puerta y le empujó? ¿No se le dejaron otras posibilidades?

Su partido UCD, era una caja de grillos y de ratas, donde los que no chillaban en los medios de comunicación huían a las cloacas en busca de otros refugios a ambos lados ideológicos. El PSOE de Felipe González, sabiendo el momento crítico de la situación en España empujaba duramente hacia el abismo a un Adolfo Suárez sin partido detrás que le defendiera. Fraga se sabía ganador de la apuesta por derechizar la UCD. Los empresarios querían un gobierno fuerte y duro, que pusiera orden en las aspiraciones de la izquierda que había que lentificar y en los mareantes mensajes de algunos militares.

Suárez no estaba agotado como a veces se ha dicho, y se sabe que tras el 23F intentó revocar su dimisión como Presidente del Gobierno para gestionar el caos político, pero que el Rey Juan Carlos se lo negó, como le negó disolver el Congreso y convocar nuevas elecciones anticipadas, pues el mismo Rey se había cansado de una persona sobre la que posiblemente también pensaba que había ido demasiado lejos en sus reformas. Y no quería que los socialistas entraran en el Gobierno en el año 1981.

España, la Monarquía y la sociedad no hemos sabido valorar la figura de un franquista reconvertido en demócrata, que supo poner los cimientos de una democracia entre militares haciendo maniobras orquestales. Su enfermedad posterior parece la respuesta de la vida, llenando de silencios las páginas de la historia que otros han querido escribir no siempre de forma desinteresada.

Os dejo el Editorial de El País de la mañana siguiente y la viñeta de Peridis con una exclamación clarividente en ese momento.