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Las bicicletas no son la única solución para las ciudades

Cuando hablamos de que la movilidad en las ciudades tiene su futuro en la bicicleta se nos olvida que es ya un sistema del pasado, con problemas en las ciudades que lo han desarrollado de forma masiva, y del que tenemos que aprender y mucho a no cometer los mismos errores. Eso no quiere decir que no sea mejor que el vehículo privado, que lo es o que su punto crítico de calidad urbana no esté todavía muy alejado del uso que se le da en ciudades españolas. Podemos y debemos crecer mucho en España en el uso de la bicicleta como vehículo privado, pero sabiendo en qué punto y por qué motivos, están escondidos los problemas.

Estas imágenes son de Amsterdam de esta primavera. El uso de la bicicleta había colapsado totalmente las zonas de aparcamiento, el uso de los carriles bici, relegando a los peatones a espacios estrechos y con una seria disfunción de respeto que había sido modélico en los años anteriores y que ya empezaba a crear conflictos. El modelo a copiar ya no es el holandés, pues queda muy claro, que antes de llegar a ese punto de uso, hay que buscar alternativas, como ellos están buscando.

Una de ellas y que ya afecta a España es que los vehículos personales puedan ser subidos al lugar de trabajo, a los trenes de cercanías y al hogar. Plegados y subidos como si fuera una maleta o un carro de compra. No es posible por falta de espacio, dejar tanto vehículo y en aumento aparcado en las calles. Sea gratis o pagando.

Hay que dejar de utilizar el vehículo a motor en las calles de las ciudades medianas o grandes, sobre todo en sus centros pacificados, para trayectos cortos, y donde exista el complemento de transporte público. Eso es hoy fundamental, aunque sin duda sea mal admitido por los ciudadanos vecinos de estas ciudades. Ya no caben más coches en la calle y llevamos años controlando sus usos. 

Y por eso es imprescindible buscar soluciones innovadoras para la movilidad personal. Se trabaja también en vehículos compartidos sin avanzar mucho. Y en carriles para vehículos pequeños de motor con velocidad restringida, que orillen a los carriles de vehículos a motor de altas prestaciones y velocidad. Estamos asistiendo a un cambio de paradigma que todavía no sabemos hasta dónde nos va a llevar.